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UN ABISMO LLAMA A OTRO ABISMO
El Salmo 42.7 expresa: «Un abismo llama a otro». Este texto es la explicación a situaciones que muchas veces resultan incomprensibles a nuestro razonamiento.
Es interesante observar cómo cuando los niños son pequeños, al ser llevados a algún sitio al aire libre suelen llevarse tierra a la boca. Como padres apresuradamente corremos para evitar que continúen haciéndolo. Sin embargo, ante una consulta con el médico, al contarle el episodio, para mi asombro el profesional me explicó que el niño al hacer esto, de manera instintiva está reponiendo los minerales que le faltan. ¡Cuidado padres!, yo sé lo que más de uno puede estar pensando, no es cuestión de cambiar la forma de alimentación de nuestros hijos. Sé que nos resultaría mucho más barato, especialmente si está atravesando esa etapa durante la cual los hijos devoran todo lo que encuentran en el camino. Este hecho es sólo una manera de expresar: «Un abismo llama a otro abismo».
De la misma manera podemos observar como las aves de similar plumaje vuelan juntas. ¿Quién les enseñó? ¿Cómo saben la diferencia? Nunca verá a un gorrión volando junto con un cóndor, ni siquiera con una golondrina. Es que: «Un abismo llama a otro abismo». Son patrones de conducta establecidos. Igualmente, dentro de cada uno de nosotros, muy profundo en el corazón del hombre hay un instinto, y es el de buscar a Dios. Es algo que Él mismo, cuando nos diseñó, se encargó de colocarlo. Por tal motivo, desde pequeños nos lanzamos a la búsqueda incesante de satisfacer ese vacío. Los psicólogos lo llaman «angustia existencial».
Nada de todo lo que este mundo me pueda dar podrá saciar esa sed que hay en nuestro interior. Pensamos que por el mundo de la percepción, aquello que sentimos, podemos apagar esa búsqueda interior, pero finalmente luego de probar una y otra vez, nos damos cuenta que si bien algunas oportunidades u objetivos alcanzados nos llevaron a experimentar una profunda felicidad y sentimos como que tocamos el cielo con las manos, luego, el momento se desvaneció y ¿quién volvió a surgir?: El mismo vacío, la misma sed.
LA SED PUEDE SER SACIADA 
No es casual que en el evangelio de Juan 7.37 Jesús invitara: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba». Esta declaración es dada durante una celebración judía llamada «Fiesta de los tabernáculos». En ella se conmemoraban el tiempo en que el pueblo de Israel vivió en el desierto, en tiendas. Los israelitas celebraba cuatro fiestas solemnes, una de ellas era la de los Tabernáculos. El séptimo día de la fiesta era un gran día de celebración. Cada mañana de la fiesta, a la hora del sacrificio, los sacerdotes sacaban agua en una vasija dorada del estanque de Siloé y la llevaban al templo para derramarla. Esto conmemoraba la maravillosa provisión de agua que Dios les dio a los judíos en el desierto. Este día séptimo era conocido como «El gran hosanna» y era el clímax de la fiesta. Recordemos que el significado de hosanna está compuesto por dos expresiones, por un lado indica «salva» y por otro «te rogamos». No se requiere gran imaginación para captar lo que debe haber ocurrido cuando Jesús exclamó: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba», mientras los sacerdotes derramaban el agua. Jesús estaba diciendo: «Yo soy la Roca. Ríos de agua de vida brotarán del corazón de los que creen en mí. Sólo Yo puedo satisfacer los corazones sedientos».
Nuestra sed solo la satisface Su presencia. Si Jesús promete saciarnos, ¿cuál es entonces el requisito imprescindible? Tener sed. Ella será la señal para que el Espíritu Santo descienda.
Cuando un avión se encuentra en el aire precisa que se le señale una pista de aterrizaje, de otra manera nunca podría descender. El piloto, al acercarse a destino tiene un único objetivo, identificar la pista de aterrizaje. El avión no puede descender sin una pista, así sucede en lo espiritual, Dios no puede descender si no encuentra una pista, un corazón que le busca se convierte en una pista de aterrizaje para que Dios descienda sobre nosotros. De otra manera, como le pasa al piloto, Dios seguirá esperando la autorización de la torre de control para poder descender.
Dios está expectante, así como el padre del hijo pródigo, esperando nuestro regreso al calor del hogar, a la intimidad de Su presencia. Tan sólo una vislumbre de Su gloria puede cambiar mi historia, y convertir un corazón indiferente en un corazón apasionado por Su Presencia. Todo aquel que experimentó un encuentro personal con la presencia de Dios nunca más puede ser el mismo. Su Presencia transforma nuestra vida y nos lleva a la integridad y madurez espiritual. Cuando el Espíritu Santo se revela a su vida, Él despierta pasión por Su presencia, se genera un incesante deseo por estar más cerca de Dios.
Querido lector, es mi deseo que a través de estás páginas, no sólo lea acerca de la pasión por Dios, sino que se despierte en su interior una santa pasión por Su presencia.
¡Prepárese, Dios lo visitará con su fuego!


¿Cuál es tu sueño? ¿Cuál era tu sueño cuando eras joven? ¿Para qué cosa tenías y tienes fe y esperanza? Sin un sueño, sin visión, no hay futuro. Recordemos que José, hijo de Jacob, solo tenía diecisiete años cuando Dios le dio un enorme sueño que involucraba a quienes se rendirían delante de él, para que entendiera que el Señor lo llamaba para ser un gran líder. Es triste ver a jóvenes sin visión y sueños, porque donde no hay visión, las personas se extravían, el potencial, las oportunidades y el propósito mueren[1]. La gente se desenfrena, vive en rebeldía cuando no hay propósito y visión. Viven como quieren, perdidos, hacen lo que les parece. Si la gente no puede ver lo que Dios está haciendo, se tropiezan con ellos mismos, pero si prestan atención a lo que revela, son bendecidos. Es la voluntad de Dios que seas bendecido. ¿La vida te ha quitado los sueños? Talvez pensabas que eran sueños de niños, pero debemos comprender que el enemigo siempre intentará robar nuestros sueños, como intentó con José.
Podemos ver tres verdades para los soñadores. Primero, tu sueño va a amenazar a los demás. Los hermanos odiaron a José[2]. Muchos aman lo que hace Casa de Dios, pero también otros se sienten amenazados porque los sueños ensanchan, empoderan y cuando se trabaja, hay resultados. Los que no tienen visión se sienten amenazados por tus sueños.
En segundo lugar, los soñadores jamás dejan de soñar. José tenía sueños constantemente. Soñó que el trigo se rendía delante de él, luego la luna y las estrellas. Tengo 62 años, pero no dejo de soñar. Ahora vivo el sueño que tuve cuando tenía 17 años. Todo ha sido poco a poco. En ese tiempo lo soñaba, pero no era una realidad, no era lo que mis ojos veían, sino lo que visualizaba con mis ojos cerrados. Escribí esa visión, era una locura que iba más allá de lo que podía imaginar: edificios que no podrían contener el crecimiento, las ciudades y naciones no podrían ignorar el mensaje. En 2013, cumplimos 30 años y contemplé esa visión hecha realidad. ¡Ya no era un sueño!, pero ahora tengo otros sueños, y continúo escribiendo nuevas visiones para la iglesia, lo que lograremos en el futuro, en el nombre de Dios. Es una visión global, que intimida a otros, pero que será una realidad. Sé que lo mismo sucederá en Casa de Dios. Ustedes saben soñar y trabajar por fe. ¡No subestimes el poder de un sueño!
En tercer lugar, los soñadores entienden a otros soñadores. Cuando José estaba en la cárcel, interpretaba los sueños de quienes estaban allí. Eso lo llevó a interpretar los sueños de Faraón. Quiero rodearme de soñadores porque me inspiran, me hacen una persona mejor, esforzada. No te rodees de personas negativas, derrotadas que quieren aplastar tus sueños. Ser una iglesia visionaria es poderoso porque la gente recibe visiones para su vida, su empresa y familia, reciben el propósito de Dios. Demos gracias porque perteneces a una iglesia que te motiva a soñar y crecer, no una iglesia que habla muerte y negatividad.
También podemos hablar de tres cosas para que tus sueños se transformen en tu destino. Lo primero es que se necesita la voluntad para vivir, persistencia para superar el rechazo y las amenazas. José tuvo que superar violencia, esclavitud, prisión y sequía porque el enemigo odia el potencial que hay dentro del sueño de un creyente y buscará aplastarlo para que no amenaces los poderes del infierno. Joven, no permitas que la vida aplaste tus sueños con desánimo.
También se necesita la voluntad para ser exitoso. Dios no te dará un sueño mediocre o destinado a fracasar, te dará un sueño de éxito. Hay éxitos buenos y también malos como cuando todo se trata de nosotros, pero el buen éxito es cuando se trata del reino de Dios y vivir por algo más grande que nosotros. José tuvo voluntad para ser exitoso y bendecir. Sería líder de todo Egipto, le puso un manto, una cadena de oro, le dio honra.
También se necesita la voluntad para servir. Cuando los hermanos lo querían matar, José estaba sirviendo en casa de su padre, luego en casa de Potifar, después en la cárcel, y cuando fue levantado para liderar, sirvió como buen administrador y llevar prosperidad en tiempo de sequía. Somos exitosos para servir a los demás. Si vivimos de forma comprometida, no disminuyen nuestras expectativas de éxito y de servicio, así marcamos la diferencia en nuestro mundo. La Biblia no dice que Dios hace menos, que reduce, sino que hace mucho más allá de tus sueños[3]. No subestimes al Espíritu Santo, ya que la visión y los sueños son el lenguaje que Él entiende. Nos mostrará las cosas que están por venir. El Espíritu Santo es tu mejor amigo respecto a tu futuro. Los jóvenes tendrán visiones, los ancianos tendrán sueños[4].
La verdad y la voluntad de Dios es que los padres tengan sueños respecto a sus hijos, de lo contrario, perderán la visión. Debemos comprometernos con la próxima generación y seguir soñando para inspirarlos con una buena visión. ¡Que tus hijos tengan una visión que continuar porque se la has heredado!
El Espíritu nos guiará a la verdad[5] y nos mostrará lo que está por venir. Si confías, el Espíritu no te guiará a una decepción sino a la verdad. Recibiremos poder para ser testigos hasta los confines de la tierra[6]. Jesús le dijo a los discípulos que no se fueran antes de recibir al Espíritu Santo, porque recibirían poder para alcanzar al mundo entero. ¡Su visión era más grande que la de ellos!
El Espíritu Santo nos ayuda a conseguir el propósito de Dios y lo necesitamos, porque ser un soñador nos puede llevar a una vida de soledad. Si tu sueño hace sentir amenazados a otros, será una lucha encontrar quién te entienda, acompañe y ayude. Ves las cosas con otros ojos, por eso tenemos al Espíritu Santo para que nos ayude, reconforte y traiga consolación a nuestro corazón[7]. Cuando se trata de cumplir el propósito de Dios en tu vida, el Espíritu Santo habita en ti, intercede por ti y es tu fortaleza. ¡No estás solo en el proceso de cumplir tu sueño! Él traerá convicción para que no te distraigas y caigas en tentación, porque será inevitable que el enemigo busque tirarte, pero te levantarás una y otra vez. No vivas por conveniencia, relajado. Si aceptas tus retos, te darás cuenta de la fidelidad de Dios, ya que tu sueño será una realidad. Continúa sintiéndote incómodo con lo que has logrado, porque hay mucho por hacer. Nunca terminarás en segundo lugar si pones a Dios en primer lugar. El Espíritu Santo nos empodera para cumplir nuestros sueños, descubre tus talentos, te abre puertas y te da recursos. El Señor te dará un sueño y posibilidades para lograrlo.
El Espíritu Santo mantiene nuestro sueño relevante para que todos conozcan las maravillas de Dios. Muchos tienen la voluntad para vivir, pero no para ser exitosos, porque serlo tiene un precio. Muchas veces, vemos personas que van más allá y queremos eso, pero debemos hacer los sacrificios que ellos hicieron. ¡Qué maravilloso tener la oportunidad de predicar al mundo! Pero eso ha implicado un camino de fe y de trabajo duro, días difíciles, desafiantes, enfrentar momentos en los que solo queda clamar al Señor por Su fidelidad. Que el enemigo no te desanime, no te distraiga, el Espíritu Santo quiere respirar nueva vida sobre tus sueños. ¡No subestimes lo que Dios puede hacer, sigue soñando, sigue creyendo, rodéate de soñadores, esfuérzate y verás lo que tu Padre puede hacer!

[1] Proverbios 29:18 (NTV): Donde no hay visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la ley!
[2] Génesis 37:1-5: Jacob se estableció en la tierra de Canaán, donde su padre había residido como extranjero. Ésta es la historia de Jacob y su familia. Cuando José tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño junto a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que eran concubinas de su padre. El joven José solía informar a su padre de la mala fama que tenían estos hermanos suyos. Israel amaba a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido en su vejez. Por eso mandó que le confeccionaran una túnica especial de mangas largas. Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban. Cierto día José tuvo un sueño y, cuando se lo contó a sus hermanos, éstos le tuvieron más odio todavía.
[3] Efesios 3:20: Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.
[4] Hechos 2:17: Sucederá que en los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los ancianos.
[5] Juan 16:13: Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
[6] Hechos 1:8: Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
[7] Juan 16:7: Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.



Devocional para Jóvenes. Él cambiará las áreas de tu vida que en tus propias fuerzas no lo podrías hacer y transformará aquello que te quebrantó con el fin de usarlo para Su gloria.


Fuerza de Dios

PASO DE FE

Voy a vivir una vida que agrade al Dios.
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Lucas 10:27
(NVI)

Tú agradas a Dios cuando admites que necesitas Su fuerza. Esto te sonará extraño, pero para amar a Dios con toda tu fuerza tienes que admitir que eres débil y que tu fuerza es limitada. Al hacer esto, reconoces que Dios es la verdadera fuente de tu fuerza. 

En tu debilidad, Él es tu fortaleza y te haces fuerte cuando dependes totalmente de Dios. Una vez que estés dependiendo totalmente de Dios te darás cuenta que estás haciendo cosas que nunca creíste hacer, por que puedes hacer todo a través de la fortaleza que te da el Padre.

Tomarás pasos de Fe que no creías posibles, y amarás a otros de una manera que no imaginabas, por que Dios te provee su energía y fuerza sobrenatural para hacerlo. Dios es fuerte y quiere que tú lo seas.

Él cambiará las áreas de tu vida que en tus propias fuerzas no lo podrías hacer y transformará aquello que te quebrantó con el fin de usarlo para Su gloria. No tienes por que tomar un paso de fe tú solo, Dios está contigo en cada paso, llenándote con Su fortaleza y gracia, pero sin Dios, es imposible tomar incluso pequeños pasos de fe.

Dios te pide que tomes un paso de fe a la vez, por eso Joanne una Directora de operaciones, te recuerda con su testimonio que Dios está contigo en cada paso que das. ‘’Nuestro grupo pequeño se ofreció de voluntario para colaborar con una campaña de recolección de ropa para las personas indigentes de nuestra ciudad" dice Joanne,"Estaba muy nerviosa porque nunca había tenido contacto con personas indigentes y además el área que visitaríamos es considerada de alta criminalidad por las noches.

Pero entonces, el primer abrazo que recibí esa noche fue el de una mujer indigente y eso rompió toda barrera y cambio mi corazón. A Ellos les gustaba que oráramos con ellos y que recordáramos sus nombres." "Dios es llamado ‘El Dios que me ve’, dice Joanne, "El mira a las personas de las que nos alejamos. Si caminamos 15 minutos por las calles vemos que hay personas durmiendo en el piso junto a las ratas y creo que debemos responder por ellas." A partir de ahora - Dile a Dios que necesitas Su fuerza.

No trates de amar a Dios o a los otros con tu propia fuerza y energía. Jesús hizo énfasis en la necesidad de amar a Dios y a los demás de todo corazón, porque quería que te dieras cuenta que no lo puedes hacer en tus propias fuerzas. 

Debes ir a la fortaleza de Dios y pedirle a Él que te ayude a amar a otros, e incluso que te ayude a amarlo a Él. Debes pedirle a Dios que te ayude a dar los primeros pasos de fe que te lleven a cumplir tu propósito en Él.

PUNTO PRINCIPAL

Tú agradas a Dios cuando admites que necesitas Su fuerza.

VERSICULO PARA RECORDAR

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Lucas 10:27 (NVI)

PREGUNTAS A CONSIDERAR

¿Me está costando dar pasos de fe? ¿Estoy tratando de dar pasos de fe sin la fortaleza de Dios?

Predica sobre el evangelio de Abraham. Pablo nos ha dicho desde el principio de esta carta que no hay otro evangelio, y en efecto, no puede haber otro evangelio sino el de la gracia. Pablo aborda el tema de Abraham como un hombre de fe.   


EL EVANGELIO DE ABRAHAM
(Gálatas 3:6-18)

INTRODUCCIÓN: Pablo nos ha dicho desde el principio de esta carta que no hay otro evangelio, y en efecto, no puede haber otro evangelio sino el de la gracia. Sin embargo, cuando un hombre de Dios habla de su evangelio, como lo dijo más adelante el mismo Pablo, es porque se había casado con el único evangelio que ha sido anunciado, eso es, el evangelio de Cristo. 

De esta manera en el pasaje de hoy nos encontramos que muchos años atrás, antes que llegara el evangelio de la gracia, hubo un hombre que habló de este evangelio. Vea lo que encontramos acá: “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones” v 8. 

Una de las cosas que nos llama la atención del presente texto es la forma cómo Pablo aborda el tema de Abraham como un hombre de fe. De todo esto se desprende que todos los que vendrían después seríamos hijos de Abraham, pero los que vivirían bajo la condición de ser creyentes como él. Pablo va más allá en este texto, pues al reconocer Abraham como un hombre de fe, lo llama “el creyente Abraham” (v. 6). 

Qué importancia tuvo la fe de Abraham para todos nosotros ahora. Hasta dónde la escogencia de un hombre del lejano Ur de los caldeos tuvo que ver con el nacimiento de la fe en Dios. Por qué Dios se valió de Abraham para sacar de él muchas naciones, pero al final formar un solo pueblo. 

Uno de los asuntos que será de vital importancia en esto es ver cómo en “el creyente Abraham” Dios consolida la promesa de su Hijo en el cumplimiento de la profecía de Génesis 3:15 en lo que fue el primer evangelio. Veamos este tema bajo esa visión. 

EL EVANGELIO DE ABRAHAM PROMETIÓ LOS NUEVOS HIJOS

1. Los que al igual que él viven por fe v. 7. El contexto de este pasaje forma parte de cómo Pablo ha venido reprendiendo a los hermanos de galacia respecto a su extravío de la fe, aceptando a los judaizantes que siguen hablando sobre la importancia de circuncidarse para la salvación. 

A este respecto, la alusión a Abraham y lo que hizo para ser el padre de la fe puso en claro todas las cosas. Por un lado, cuatrocientos años antes que la ley viniera, ya la justificación se había hecho por la fe según Génesis 15:6. Cualquier otra acción para alcanzar la promesa de Dios queda descartada sino es por medio de la fe.
En la declaración bíblica de Abraham como el padre de la fe aparece la figura de Dios como Padre de todos. Entonces, ¿quién puede ser un hijo de Abraham? La respuesta es cualquier persona: judío o gentil, rico o pobre, hombre o mujer, blanco o negro o marrón, ingenioso o lento, viejo o joven, de centro américa, Latinoamérica y norte américa. Los europeos como los asiáticos; los de oriente y los de occidente. Todos, absolutamente todos pueden ser hijos de Abraham y también herederos de sus mismas bendiciones a través de la fe. 

2. Los que no vienen por orden físico v. 7. Por lo general pensamos que Abraham tuvo un solo hijo, pero la verdad es que tuvo 8, uno con Sara, uno con Agar y los otros seis con una tal Cetura (Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa), después que enviudó. 

Sin embargo, el hombre que más hijos tuvo fue Abraham, porque de acuerdo con la promesa, él sería padre de multitudes. Cuando se llamó Abram tuvo dos hijos, pero cuando se llamó Abraham llegó a tener una paternidad universal. Y si bien es cierto que no tenemos con él una descendencia física es lo que al final nos hace que seamos sus hijos en una dimensión más grande, porque “en Abraham todos cabemos”

Este texto forma parte del gran misterio de nuestra elección y salvación. Es cierto que Dios escogió a su siervo Abraham para que a través de él viniera el gran pueblo de Israel, de quien también vino nuestro salvador, pero también es cierto que ya los gentiles, eso es nosotros, estábamos incluidos para ser parte del pueblo de Dios. 

Esto es lo que nos dice Romanos 9:6, 7, cuando dice: : "No todos los que descienden de Israel pertenecen a Israel…”. Somos hijos Abraham por la promesa anticipada.

3. Los que estamos incluidos en la misma bendición v. 8. Israel se tomó muy en serio la exclusividad de ser el pueblo escogido por Dios. Esto no solo les hizo rechazar a Jesucristo como Mesías, sino que acentuó su nacionalismo y el odio que dispensaron por los llamados gentiles.

En su fanatismo llegaron a decir que Dios había creado a los gentiles para ser combustible del mismo infierno. Para ellos era un escándalo que Pablo diera una interpretación de lo que Dios le dijo a Abraham en el sentido que otros, además de su pueblo, podían tener la herencia de hijos y con ello la bendición que corresponde a un heredero de la misma promesa. 

Este planteamiento hace surgir una pregunta. ¿Hay alguna pista que nos ayude a pensar que los gentiles, eso es, nosotros ahora, seríamos bendecidos en Abraham al convertirnos en hijos de Abraham? En Génesis 17:4,5 nos encontramos que Dios cambió el nombre de Abram por Abraham y eso quiere decir que ahora Abraham se convirtió en el padre de multitudes de naciones. Ahora tu gozas de las mismas bendiciones del cielo.

EL EVANGELIO DE ABRAHAM ASEGURÓ LIBERTAD PARA SUS HIJOS 

1. Ser librados de la maldición de la ley v. 10. La Biblia nos dice que la ley vino cuatrocientos años después de Abraham, por lo tanto, con el creyente Abraham se inició el camino del andar por fe y el vivir bajo la gracia. 

De esta manera, cuando uno se convierte en un hijo de Abraham queda libre de la maldición de la ley. Y el asunto no es porque los méritos de Abraham hagan posible la libertad de la maldición, sino por la promesa que Dios le dio. 

Pablo está trayendo un asunto que es la esencia del evangelio. Como bien lo va a decir más adelante (v. 24), la ley fue el ayo que nos condujo a Cristo, pero nadie podía ser justificado por ella, porque una sola falla en cumplir sus demandas ya la persona quedaba bajo maldición. 

Y es aquí donde vemos la intervención de Cristo, pues en efecto, él ha sido la única persona que, siendo sin pecados, se hizo pecado por nosotros; se hizo maldición para que nosotros pudiéramos ahora estar libre de la condenación de la ley (v. 13). 

La ley decía: “El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Lv. 18:5). Y ¿quién podía hacer estas cosas? ¡Nadie! El único que podía cumplir la ley se hizo maldición muriendo en un madero para nuestra liberación.

2. Ser librados de una justificación personal v. 11. Este el problema que Pablo está combatiendo en esta carta. Los llamados judaizantes mantenían una posición acérrima respecto a ser justificados por la obra de la ley y no por la fe en Cristo.

Aun cuando algunos de ellos decían haber conocido a Cristo seguían con una posición intransigente y los hermanos de galacia estaban siendo arrastrados para volver a los viejos rudimentos de la ley. Y es aquí donde Pablo trae la verdad de este texto con la sustentación del mismo  donde el profeta Habacuc (2:4), anticipadamente, nos dijo que “el justo por la fe vivirá”. 

Para los que rechazan a Jesús les parece poca cosa el no hacer algo más que tener fe para ser salvo. Y si bien es cierto que pudiera verse que el camino al cielo es fácil, el ser justificado por la fe en lugar de las obras de la ley demanda un carácter y una vida al mejor estilo de lo que Abraham hizo, pues el creyó y le fue contado por justicia. 

La fe para ser salvo, y con ello ser justificado, no es un asunto barato, pues quien esto hace tiene que valorar lo que fue el sacrifico de Cristo. Es la muerte de Cristo el sustento de nuestra fe. Por fe andamos. 

EL EVANGELIO DE ABRAHAM ANTICIPA BENEFICIOS A SUS HIJOS

1. Ahora tenemos la promesa del Espíritu v. 14. Otra vez queremos enfatizar que cuando Pablo pone a Abraham como nuestro padre no es para idolatrar su persona sino sus hechos. En la aplicación que ahora hace aparece nuestro muy amado Cristo. Todo tiene que ver con él. 

La fe de Abraham tuvo que ver con Cristo. No es casualidad que durante el ministerio Cristo, en las oportunidades que enfrentó a los fariseos, dejó constancia de ser antes que Abraham, aunque lo que tenía eran unos 33 años. 

De allí que Pablo se asegura de poner en el correcto orden las cosas al decir que es “en Cristo Jesús la bendición de Abraham…”. Así que un beneficio de ser un hijo de Abraham es que toda su vida y testimonio fue puesta en Cristo en quien se cumple las promesas que se le dieron a él anticipadamente. 

Una de las ricas bendiciones que ahora tenemos los gentiles es precisamente el don del Espíritu que vino para asegurarnos absolutamente el perdón de nuestros pecados y la vida eterna a través de los sufrimientos del calvario, llegando a ser realidad a través de la presencia y garantía del Espíritu en nosotros. Ninguna promesa supera la dada a Abraham. Esa promesa es nuestra. 

2. Ahora estamos bajo el pacto de Abraham v. 15. En la Biblia nos encontramos con muchos pactos. La mayoría de ellos eran pactos condicionales como este de Abraham. 

Cuando se dice que los pactos hechos entre los hombres no pueden ser quebrantados, era una referencia a los pactos romanos. Si alguna de las dos partes lo rompía traían severas consecuencias. Bueno este es el sentido de los pactos, nadie debe violarlos. 

En el caso del pacto hecho a Abraham ha sido confirmado por Cristo, el más grande de todos los garantes para cumplir una promesa divina. El asunto es que lo que Dios va a firmar, la ley o puede abrogar. Esto significa que el pacto de Dios no cambia. No se le puede añadir nada. No puede sufrir alteraciones. Es un pacto basado en la promesa. 

Los pactos hechos entre los hombres con frecuencia son violados. Por supuesto que cuando este pacto se dio Cristo no había llegado para cumplirlo. Pero una vez que estuvo con nosotros y murió, selló este pacto con su sangre preciosa. 

De esta manera Cristo cumplió el pacto de Abraham y ahora todos vivimos bajo este pacto, el cual él dijo: Este es mi nuevo pacto en mi sangre (1 Cor. 11:25).

3. Ahora conocemos quién es la simiente v. 16. El punto principal de este versículo es que Cristo es la simiente o el descendiente de Abraham. ¿Por qué decimos esto? Por un lado porque si alguien fue judío es Jesús. 

Su parentesco es con Abraham. Por otro lado, Jesús vivió una vida de fe, la cual, según 3:7, les da el derecho a algunos judíos, no a todos, de ser hijos de Abraham. Además, la muerte y resurrección de Cristo, como Hijo de Dios, significó la expiación de los pecados y con esto el alcance de las bendiciones prometidas a los descendientes de Abraham. 

Por último, cuando alguien pertenece a Cristo, sea judío o gentil, se convertierte en un verdadero hijo de Abraham y heredero de las promesas. Observe el cumplimiento de esta promesa según Gálatas 3:29: “Si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa”

En consecuencia, al convertirnos en hijos de Abraham y herederos de la promesa por pertenecer a Cristo únicamente, entonces comprendemos porque Pablo dice que Jesús es la simiente en singular. El asunto es que la promesa de la herencia hecha a Abraham y su descendencia se cumple solo en Cristo.

CONCLUSIÓN: Lo que siempre hemos sabido es que somos hijos de Dios a través del sacrificio de Cristo, pero no es muy común oír que también somos hijos de Abraham. En esto consiste lo que hoy hemos llamado “el evangelio de Abraham”. 

Los judaizantes se empeñaban en una justificación por las obras de la ley, pero Pablo ha presentado en este pasaje al creyente Abraham para que recordemos que la única justificación válida es la que viene por la fe. 

Nos ha mostrado que la bendición dada a Abraham ha sido posible a través de Cristo. Que él se hizo maldición para que nosotros gozaramos de la bendición de Abraham que fue incorporar a los demás que no eran judíos como parte del pueblo de Dios. 

El evangelio significa “buenas nuevas” y eso fue lo que le otorgó anticipadamente al “creyente Abraham” para que cuando llegara el cumplimiento del tiempo, la promesa que le fue dada, que él sería padre de multitudes, la cumplió Cristo, porque ahora “en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles” v. 14. En esto consiste el real evangelio.  


Juan y Andrés comenzaron su compromiso espiritual con la voluntad de Dios como discípulos de Juan el Bautista. De hecho, ellos habían realmente estado de pie junto al profeta cuando Jesús pasó. Cuando el Bautista vio a Jesús, clamó, “¡He aquí el Cordero de Dios!”  (Juan 1:35-37). 
Esta ha sido una profunda narración.  Es el testimonio manuscrito de Juan sobre como el llego al Hijo de Dios. Aun así, Juan tenía verdades más profundas que revelar más allá de este histórico relato. El va asimismo a revelar que es lo que por encima de todo debemos cada uno de nosotros buscar cuando venimos a Cristo. 
Tomemos el relato. Ambos discípulos, habiendo escuchado y creído en la proclamación mesiánica de Juan acerca de Jesús, están ahora caminando, quizá apresuradamente, para alcanzar a Jesús. Su conversación se puede escuchar.

Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?     Les dijo: Venid y ved. —Juan 1:38-39 RV 60


Hay muchas razones por las cuales alguien viene a Cristo. Podemos buscarlo por asuntos de salud o para obtener prosperidad. Quizá necesitamos liberación o tenemos carga por un ser querido. Aun así, tal como el Señor le pregunto a Juan y a Andrés, así El nos pregunta a cada uno de nosotros: ¿que estas buscando en la vida? ¿Qué metas te impulsan?  Al acercamos a la estación final de nuestras vidas, las cosas que hemos adquirido ¿serán transferibles a cuentas eternas? ¿O habremos agotado nuestro tiempo y energía en lo que carece de verdadera vida? 
Jesús pregunta, “¿Que buscáis?” Es una pregunta muy importante. El Señor anhela que hagamos inventario de nuestras pasiones y objetivos, y luego que tracemos un plan hacia valores celestiales.  Vea, muchos dicen que aman a Jesús. Lo que quieren decir es que, en su debido tiempo, esperan encontrar tiempo para amar a Jesús. Sin embargo, ahora mismo, apenas Lo conocen y casi nunca pasan tiempo buscándole.
La prueba de que lo amamos es que guardamos Sus mandamientos. (Juan 14:15). ¿Que ha de pensar El cuándo tantos quienes decimos que lo amamos, estamos, de hecho, no amándolo sino teniendo en realidad una aventura amorosa con este mundo? Tenga Dios misericordia.
Aun así, esta no es su situación. A pesar de sus defectos y debilidades, usted sinceramente desea tener más de Dios. Usted ha salido fuera de las dificultades de su pasado, determinado a caminar más cerca del Señor. Ciertamente, Cristo ve este deseo santo y, para El, es la parte más preciosa de usted. 
El corazón del Señor se conmueve asimismo hacia aquellos que Le siguen, aunque puedan caminar rengueando.  Para aquellos heridos por la injusticia o los efectos del pecado, la promesa del Señor permanece fiel: “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare”  Sin duda, El traerá a victoria la justicia que le debe (Isa. 42:3; Mat. 12:20).
Como Juan y Andrés, nosotros, también,   contemplamos “el Cordero de Dios.”  Al igual que les pregunto a ellos, así nos pregunta a nosotros, “¿Que buscáis?”

La Morada de Cristo
A la luz de la investigadora pregunta de Cristo, la respuesta de los discípulos puede parecer extraña. Porque ellos no le pidieron mayor poder o uno de Sus muchos dones espirituales. En cambio, ellos preguntaron a Jesús algo más personal, e intimo: “¿Donde moras Tu?”



Me gustaría que consideráramos la profundidad de su pregunta. Ellos querían saber donde vivía Jesús.  Hay veces cuando una pregunta trasciende los simples límites de la curiosidad intelectual y realmente revela lo que alguien busca en la vida. Tal es ahora el caso: ellos están procurando vivir con Jesús. Están buscando la morada de Dios.
 
Nuestro Padre quiere que pidamos por dones espirituales y bendiciones especiales de salud o prosperidad financiera. Anhelar estas cosas no está mal; simplemente no es suficiente.  Dentro del corazón de aquel quien busca a Dios hay una búsqueda por más.  Estamos buscando “la morada” de Dios. En verdad, nuestros corazones han sido divinamente programados. Están dentro de nosotros  “los caminos a Sion” (Salmo 84).
Nuestro destino es nada menos que el llegar a ser uno con Cristo.  Todo fruto proviene de vivir en unión espiritual con Jesús. Por el contrario, cualquier cosa que ofrecemos como servicio a Dios que no es el resultado de nuestra unión con Cristo, es trabajo en vano; es un consuelo pobre.  Porque separados de El, nada podemos hacer.
Juan nos dice en su primera carta que aquellos quienes dicen que permanecen en El deben andar “como El anduvo” (1 Juan 2:6). Permanecer en Jesús lleva a caminar como Jesús.
Amado, ¡hay todavía mucho que aprender y descubrir respecto a nuestro Señor! Debemos ser conscientes de complacencia espiritual. Recuerde la oración de Moisés: Al final de su vida – luego de haber sido usado por Dios para confrontar y derrotar a los dioses de Egipto, luego de morar en la gloria del Señor y contemplar milagro tras milagro durante cuarenta años – Moisés oró, “tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa” (Deut. 3:24).
¿Has comenzado? No importa cuánto alcancemos, no importa cuanta revelación de la gloria de Dios poseamos, solamente hemos comenzado a ver Su gloria.
Los discípulos contestaron astutamente, “¿Rabí, donde moras?” Sea esta también nuestra oración: ¿Dónde moras, Oh Hijo de Dios? ¿Dónde está Tu morada?  A todos quienes sientan de manera similar, Cristo nos dice lo que les prometió a ellos: “Venid y Ved.”
Querido Maestro, me vuelvo a Ti ahora. Tú eres la mayor meta de mi vida. Anhelo vivir contigo, para permanecer en la maravilla de una vida en unidad contigo.





Cuentan que un duque de Sajonia declaró la guerra a un obispo alemán. En aquel tiempo los obispos tenían recursos militares, así como nobleza secular. Pero éste era un buen obispo; uno de los pocos buenos en aquellos malos tiempos.
El duque envió un espía al palacio del obispo para informarse  de las fuerzas  que éste movilizaría en su contra. Cuando regresó, el espía fue ansiosamente interrogado por el duque.
       –   Pues señor, – respondió el hombre- el obispo no está haciendo ninguna preparación para la guerra.
       –   ¿Cómo es posible? Replicó el ¿Qué ha dicho?
     –   Dice que su tarea es alimentar su rebaño, predicar la Palabra de Dios, visitar a los enfermos; y que en cuanto a la guerra, se la encomienda al Dios todo poderoso, porque “Jehová de los ejércitos” es más entendido en guerras que él.
     –   Si es así- declaró el duque reflexivamente- No voy a meterme en una guerra con este hombre. Es demasiado peligroso.
Muchas veces olvidamos que Dios es quien pelea por nosotros;  nos estresamos y desesperamos pensando cómo venceremos, cuál será la mejor forma de hacerle frente al enemigo.
Hay personas que  llegan a enfermarse, a perder el sueño y el apetito,  dañan sus relaciones interpersonales; toda su vida es un caos mientras intentan encontrar soluciones. Sin embargo, al igual que al pueblo de Israel, Dios nos dice que bajo esas circunstancias extremas estemos quietos.
“Pero Moisés les dijo: —No tengan miedo. Solo quédense quietos y observen cómo el Señor los rescatará hoy. Esos egipcios que ahora ven, jamás volverán a verlos. El Señor mismo peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos”. Éxodo 14:13,14 (NTV)
Por muy difícil que sea, aunque las cosas parezcan ponerse cada vez peor y veas tus circunstancias como un enemigo gigante que está por terminar contigo, permanece quieto porque el Señor peleará por ti.
Cuando nos desesperamos, tendemos a hacer muchas cosas para “ayudar a Dios” y lo único que logramos es agotarnos y retardamos el milagro que Él tiene para nosotros.
Permanece quieto, sin importar el nombre que tenga tu enemigo (deuda, problemas familiares, falta de trabajo, problemas legales, enfermedad, etc.) porque cuando Dios pelea tus batallas puedes estar seguro que  verás su gloria.
Persevera fiel en lo que se te ha encomendado, sirve con toda diligencia y amor, ocúpate de las personas y cosas que Dios te ha confiado y deja que Él pelee por ti.





Quiero comenzar invitándote a que leas detenidamente el siguiente versículo:

“A eso de las tres de la tarde, Jesús clamó en voz fuerte: «Eli, Eli, ¿lama sabactani?», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»” Mateo 27:46

Cómo todos sabemos las anteriores palabras fueran dichas por nuestro Señor Jesús estando crucificado en aquella cruz del Calvario.

Al leer detenidamente ese versículo nos podemos dar cuenta que Jesús en algún momento de su vida también se sintió abandonado, pero ¿Será que estaba realmente abandonado?, la respuesta es muy fácil y corta: NO.

Jesús además de que era cien por ciento Dios, también era cien por ciento hombre, como cualquier de nosotros, le daba hambre, sueño, se cansaba y hasta se enojaba, sin embargo eso no hacia que el dejará de ser el Hijo de Dios, y al igual que todo lo anterior también Jesús en momento determinado se sintió solo, abandonado por su Padre.

Al igual que Jesús muchos de nosotros nos sentimos abandonas por Dios en momentos determinados de nuestra vida, cuando quizá las cosas no están saliendo como nosotros quisiéramos o cuando estamos metidos en uno de esos problemas que hubiésemos querido no experimentar, sin embargo a pesar de nuestros pensamientos que nos quieren hacer creer que Dios se ha apartado de nosotros, la verdad es que Él sigue están de nuestro lado.

Lo que ocurrió con Jesús era lo que tenia que pasar, Él estaba pagando el precio de nuestros pecados, humanamente se sintió solo, pero su Padre estaba allí con Él, lo que en ese momento le estaba ocurriendo tenia que pasar, era parte del Plan de Dios, eso no significaba que Dios no estuviera con Él.



Así mismo hay momento en donde sentiremos que estamos solos, en donde tendremos experiencias muy duras y a veces hasta negativas, pero eso no significa que Dios no este de nuestro lado o que no ha de cumplir su propósito perfecto en nuestra vida.

Hoy quiero decirte que a pesar que a veces sientes como que si Dios se ha apartado de tu vida, la verdad es que Él sigue estando allí dispuesto a cumplir sus planes en tu vida. El hecho que estés pasando por uno de los momentos más duros de tu vida no significa que Dios se fue, al contrario, Dios sigue estando allí y es Él quien te sostendrá para que no caigas.

Nunca dudes de la presencia de Dios en tu vida, nunca pienses que Él se ha apartado de ti, porque Él nunca se aparta de nadie, somos nosotros quienes nos olvidamos de Él y nos alejamos, pero Él nunca se alejará de nosotros y a pesar de estar pasando momento muy duros o difíciles, debemos tenerla convicción de que Él sigue estando de nuestro lado para ayudarnos a salir adelante.

Dios Padre estaba con Jesús aun en la cruz y a pesar de haber muerto, Él resucito al tercer día y gracias a esa muerte y a su resurrección ahora nosotros podemos gozar de una vida eterna que Jesús dispone para todos aquellos que crean en Él.

Lo duro que te toque enfrentar servirá de plataforma para forjar en ti un mejor carácter, una mejor vida espiritual, una mejor madurez y al final saldrá algo bueno de todo eso y comprenderás que Dios nunca se ha alejado de tu lado.

¡Él está de tu lado, nunca dudes!

“Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.”(Fil. 4:6-7).
El  Señor no quiere que nosotros poseamos simplemente una paz generalizada, basada en no tener un problema en particular; ni es Su plan darnos una leve paz espiritual y mundana. Si seguimos la secuencia de obediencia que El presenta, Su intención es abrigarnos en Su propia paz: la imperturbable paz de Dios.
La paz de Dios es la profunda calma que envuelve el proceso de pensamiento del Omnipotente. El nunca está ansioso, siempre a cargo, nunca sin una solución. El ve el final desde el principio y ve las necesidades del hombre desde un lugar de recursos y capacidades ilimitadas. El percibe las necesidades de Sus hijos con ambas, compasión y confianza, porque todas las cosas son posibles para El.

La paz que El da no solamente proviene de Él, es una extensión de El- es la sustancia misma de Su paz. Es la paz de Dios. Es ese manto divino que El dice “guardara {nuestros] corazones y…mentes en Cristo Jesús.”
Increíble.
Dele una oportunidad a la paz
Puede que algunos desafíen mi interpretación, mas recuerde la promesa del Salvador: “Les doy la paz. Pero no una paz como la que se desea en el mundo; lo que les doy es mi propia paz. No se preocupen ni tengan miedo…” (Juan 14:27).
Nuevamente, Pablo dice, “Ustedes fueron llamados a formar un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. Dejen que la paz de Cristo gobierne sus corazones, y sean agradecidos” (Col 3:15).
Estas Escrituras y otras revelan que existe un lugar de refugio para nosotros, una dimensión custodiada por la misma paz de Dios, donde podemos permanecer. Al entrar en este reino de confianza, el Dios de la paz promete aplastar a Satanás bajo nuestros pies (Romanos 16:20).
Por supuesto, nosotros debemos decidir que dimensión va a presidir  sobre nosotros. Así, la Escritura dice, “Dejen que la paz de Cristo reine, “y “No se preocupen ni tengan miedo,” y “oren y pidan a Dios todo lo que necesitan.” Las palabras y verbos hablan de elecciones que podemos hacer respecto a las realidades a nuestro alrededor. Recuerde, aun mientras las circunstancias comiencen a turbar su corazón, puede usted alejarse del miedo. Porque la paz de Dios está al alcance también. Tome autoridad sobre su preocupación, y actitud, porque ella “conduce solamente al mal” (Salmo 37:8).  En cambio, párese en fe sobre las promesas de Dios.
Vea usted, estamos en guerra y debemos prepararnos para la batalla. Debemos ver a la paz como nuestro escudo y la Palabra de Dios nuestra arma. Por tanto, lleve cautivo todo negativo e incrédulo pensamiento que podría magnificar los problemas antes de magnificar al Señor. Nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de que le pidamos (Mateo 6:8).
Por último, ¡debemos dejar de intentar y conocer que El es Dios (Salmo 46:10)! Si está cansado, venga a Él y tome Su yugo. Encontrara descanso para su alma (Mateo 11:28-29).
Por tanto, echemos nuestras ansiedades sobre el Señor, porque ciertamente El tiene cuidado de nosotros. Y para todos aquellos luchando con ansiedad;  El hará un camino.


La sensación de distancia que a menudo sentimos entre Cristo y nosotros es un engaño. Al entrar en los días de su presencia, el Señor eliminara esa falsedad. Su promesa es “en aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mi, y yo en ustedes” (Juan 14:20).

Las Escrituras nos dicen que Cristo es la vid, y que nosotros somos sus ramas; El es la cabeza, Nosotros Su cuerpo; El es el Señor y nosotros somos Su templo. Desde el principio hasta el fin, la Biblia declara al Señor quien vive no solamente en los cielos, sino que existe de manera perpetua en redentora unión con Su pueblo. El foco siempre presente de Su actividad es guiarnos a la unidad con el mismo.



Así, en todo lo que el Espíritu Santo vino a establecer en nuestras vidas, ya sea mediante virtudes o dones espirituales, Su máximo propósito es llevarnos a la presencia de Jesús. El Espíritu Santo obra incesantemente para establecer intimidad entre nosotros y el Señor Jesús. Alguien dijo alguna vez que intimidad significa “ve dentro de mí”.Intimidad significa secretos compartidos. El padre nos ve en lo secreto; El establece en nosotros el “lugar secreto de [Su] Presencia” (Salmo 31:20).

Esta unión con Cristo nos eleva a una relación personal, más que meramente académica, con la Palabra de Dios. Escuchamos la voz del Pastor hablando a nuestro espíritu, trayendo consuelo, corrección y dirección (Juan 10:27). No solo tenemos el privilegio de conocer las enseñanzas de Cristo, sino que a medida que crecemos, también discernimos el tono de Su voz en Su instrucción. Esta es la intimidad de corazón a corazón.
Escuchen Su maravillosa promesa:
"Yo soy el buen pastor; conozco mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a El, y doy mi vida por las ovejas” (Juan 10:14-15).
Jesús nos dice, "Yo conozco a los míos, y los míos Me conocen,” ¿Que tan íntima es esta relación? La unión entre Cristo y nuestros corazones es de la misma calidad que la unión de Él con el Padre. Él dice, “como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre.”
Amados, hagamos del conocerle a El la búsqueda de nuestra vida. No aceptemos la ilusión de que Él está lejos de nosotros, porque Él mismo prometió: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20).
Señor Jesus, deseo conocerte en la manera más profunda posible, incluso en la profundidad que tú me conoces a mí. Llena mi vacio con Tu presencia y mis tinieblas con Tu luz. Atráeme en todo momento a una intimidad contigo. Amén.
Adaptado del libro, Me buscarán y me hallarán – versión en ingles-





«Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengan parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo» (2 Tesalonicenses 2:14)

El mandato claro de la Palabra de Dios para quienes vivan los últimos tiempos es que sean intrépidos al enfrentar las tinieblas. Hablando a través del profeta Isaías, el Espíritu del Señor ordena a los suyos:
            « ¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!
¡La Gloria del Señor brilla sobre ti!
Mira, las tinieblas cubren la tierra,
y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.
Pero la aurora del Señor brillará sobre ti;
¡sobre ti se manifestará su gloria!
Las naciones serán guiadas por tu luz,
y los reyes, por tu amanecer esplendoroso»
-Isaías 60:1-3-



Por cuanto la segunda parte de Isaías 60 contiene referencias al milenio, adicionalmente algunos ubicaron el cumplimiento de todo este capítulo en tiempos futuros. Pero déjeme preguntarle algo: ¿cubrirán las tinieblas la tierra durante el milenio? Durante el glorioso reinado de Cristo cuando la muerte, el pecado y la aflicción desaparezcan, ¿se cernirá densa oscuridad sobre los pueblos? La verdad es que, aunque la profecía de Isaías ciertamente concluirá en el milenio, comienza durante las últimas horas de esta era.
Claramente, estos tres primeros versículos de Isaías 60 son un claro mandato de Dios para antes del arrebatamiento y antes del milenio. El Señor nos llama no solamente a soportar las tinieblas sino a levantarnos en su gloria manifiesta. La gente puede discutir sobre el momento del arrebatamiento, pero lo que estoy aquí presentando no molesta a ninguna escatología popular. Estoy diciendo que entre el ahora y cualquier escenario que usted crea habrá un tiempo de Gloria en aumento para los verdaderos seguidores de Cristo.
Algunos de nosotros nos sentimos derrotados, otros, cansados y debilitados por la creciente oscuridad en el mundo. Y es precisamente en esta situación en la cual la depresión podría atrapar nuestras almas que se nos manda levantarnos. Arrojar de nosotros la opresión no es precisamente un acto de fe; es un acto de obediencia. Es tiempo de cancelar los planes de ser infelices. ¡Mediante la sangre de Cristo rompemos el pacto con la muerte y las tinieblas y obedecemos la voz de nuestro destino!
Alguien podría argumentar: es que usted no conoce mis dificultades. Escuche cómo traduce el mandato de Dios otra versión de Las Escrituras: « ¡Levántese [de la depresión y la postración en que lo han mantenido las circunstancias, y elévese a una nueva vida]!» (AMP). En este preciso momento, mientras lee estas páginas, nueva vida de la presencia de Dios desciende a su espíritu. ¡Recíbala! ¡Acéptela! ¡Obedézcala!
Como puede ver, el plan de Dios es que, aquí en la tierra, en nosotros, sea revelada la gloria del Señor. La luminosa y radiante luz de su presencia, la que brilló en el rostro de Moisés, la que inundó el templo de Salomón durante su dedicación, la que irradió de la persona de Jesús y envolvió a los discípulos en el monte donde se transfiguró el Señor, esa luz de la presencia de Dios brotará de nuestro interior al final de la era. Esta misma gloria divina aparecerá sobre nosotros en los años previos a la segunda venida del Señor en niveles siempre progresivos de brillantez.
En realidad, esta gran obra de gracia ya comenzó. Somos parte de la expansiva reparación que el Espíritu Santo efectúa. Dios reúne a su pueblo. Aprendemos a humillarnos en arrepentimiento y oración, y descubrimos la amistad y la unidad con otros cristianos. No hay duda que nuestra reconciliación y la superación de las barreras étnicas y denominacionales conllevan una inconmensurable recompensa. A medida que «se levanten todos los valles, y se allanen todos los montes y colinas… se revelará la gloria del Señor, y la verá toda la humanidad» (Isaías 40:4-5).
¡Dios nos está calificando para recibir Su esplendor! ¡Las naciones serán guiadas por su luz, y los reyes, por su amanecer esplendoroso!

Hoy reflexionaba sobre la misericordia de Dios sobre mi vida, esa misericordia que provoca que Dios no me de lo que merezco sino que me perdone cada mañana.
Me doy cuenta cómo muchas veces pierdo de vista el valor que tiene esa misericordia que me tendría que llevar a valorar más y más lo que Dios hace por mi.
Parece ser que a veces estamos tan acostumbrados a esa misericordia que ya ni siquiera la valoramos, sino que la vemos como algo normal, cuando en realidad tiene un enorme valor.
La Biblia dice:

“¡el fiel amor del Señor nunca se acaba!
Sus misericordias jamás terminan.
Grande es su fidelidad;
sus misericordias son nuevas cada mañana.”

Lamentaciones 3:22-23 (Nueva Traducción Viviente)
¿Te das cuenta de lo que esto significa?, ¿Te das cuenta lo bendecidos que somos al contar con su amor, son su fidelidad, pero sobre todo con su misericordia?
¿Cómo estamos valorando lo que Dios es y hace por nosotros?, ¿De que forma estamos demostrando lo agradecidos que estamos con Él?
¿Te das cuenta que a veces en lugar de agradecer cada día a Dios por su misericordia lo que hacemos es reclamar, quejarnos, dudar y hasta enojarnos con Él?
¿Qué puedo reclamar a Dios yo?, ¿Qué valor tienen mis reclamos si Él me ha dado más de lo que me merezco?, ¿Cómo puedo quejarme si Dios ha sido infinitamente fiel?, ¿Cómo voy a dudar de sus planes si ellos siempre son perfectos?, ¿Por qué he de enojarme con el dador de vida?
Este día solo tengo palabras de agradecimiento, no quiero pedir nada, no quiero reclamar nada aun cuando Él me halla prometido algo, porque reclamar para mi es cómo que creer que merezco algo cuando en realidad Dios me ha dado más de lo que realmente merezco.
En lugar de reclamar prefiero esperar porque si Él ha prometido seguro cumplirá, no hay porque presionar a Dios, no hay porque apurarlo, Él actúa en tiempos perfectos sin necesidad de mi presión.
Cada día tendría que ser una oportunidad simplemente para agradecer a Dios por lo que ha hecho, que nuestra vida sea un reflejo de agradecimiento por su misericordia, cada día debemos recordar que si estamos acá es porque Él ha tenido misericordia con nosotros.
Sus promesas se cumplirán, tus necesidades serán cubiertas, su fortaleza vendrá a tiempo, su sabiduría te inundará, pero lo más importante de todo esto no es lo que obtendrás, sino lo que ya has obtenido: Su misericordia renovada diariamente sobre tu vida.

¡Gracias Dios porque cada día renuevas sobre mi vida tu misericordia!