Se cuenta que en cierta ocasión, un hombre caminaba por la
playa en una noche de luna llena. Iba pensando y hablando solo de esta forma:
Si tuviera un auto nuevo, sería feliz.
Si tuviera una casa grande, sería feliz.
Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz.
Si tuviera la pareja perfecta, sería feliz.
Si tuviera mucho dinero, sería feliz..!
Este hombre iba divagando en sus pensamientos, turbado,
triste, cuando de pronto tropezó con una
bolsita llena de piedras, la tomo sin darle importancia mientras pensaba en la
desdicha con la que vivía, así que para despejar un poco su mente, comenzó a
arrojar las piedras una por una al mar cada vez que decía: Sería feliz si
tuviera…, Sería feliz si tuviera…, Sería feliz si tuviera…
Así lo hizo hasta que solamente quedó una piedrita en la
bolsita, que decidió guardar. Al llegar a su casa percibió que aquella piedrita
era en realidad un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó
al mar sin detenerse a pensar?
Así actúan muchas personas, arrojan sus preciosos tesoros
por estar esperando lo que creen perfecto o soñado y deseando lo que no tienen,
sin darle valor a lo que tienen cerca de ellos, perdiendo valiosas
oportunidades en la vida.
Estoy más que convencida, que si miras a tu alrededor y te
detienes a observar, notarás lo afortunado/a que eres. En ti esta la felicidad.
Debes observar muy bien cada piedrita, puede ser un diamante muy valioso.
Cada día, tu familia, amigos, trabajo y hasta tus mismos
sueños pueden ser considerados un diamante muy valioso. Nunca dejes de soñar o
anhelar cosas más grandes, pero, valora lo que hasta hoy tienes y lo que Dios
te dio.
Filipenses 4:6(RVR1960):
"Por nada estéis afanosos; más bien, presentad vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias"
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