Una de las historias más conocidas de la Biblia es la referente a Moisés, aquel israelita nacido en Egipto que al nacer fue salvado por su madre y hermana quienes evitaron que fuera asesinado como muchos niños de su edad. Aquel niño encontrado en una canasta que flotaba en el rio y adoptado por la hija de Faraón.
Ahora Moisés vive en el palacio egipcio sin embargo su sangre y descendencia clama por él. Siendo de aproximadamente cuarenta años vio como unos egipcios maltrataban a unos israelitas y fue tanta su furia que mientras defendía al israelita mato al soldado egipcio por lo que tuvo que huir para no ser acusado de asesinato y ser ejecutado en Egipto. “Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.” Éxodo 2:15 (RVR 1960).
Ahora un Moisés que había crecido en un palacio y había sido tratado como un príncipe se encuentra en una cruda realidad: El desierto. Allí encuentra a la que iba ser su familia, se casa con Séfora hija de Jetro, quien le da un hijo a quien llama Gerson.
Pasaron 40 años allí en Madián, en donde trabajo cómo un pastor de ovejas, en trabajos que en su vida en el palacio nunca había hecho, pero que sin embargo estaba forjando su carácter.
A veces Dios hace lo mismo con nosotros, nos lleva un tiempo al desierto en donde ha de forjar nuestro carácter y nuestra vida para que podamos ser útiles para una misión especifica.
Quizá muchos de los que hoy me leen han soñado en grande en la obra de Dios, quizá muchos quisieran hacer grandes cosas para el Señor y en este momento se encuentra en un desierto en donde lo único que encuentran es una anonimato tal que pareciera que nada de lo que soñaron se cumplirá en su vida.
El desierto puede hacernos pensar que no veremos más nada que solo arena, el desierto puede hacer que nuestros sueños desaparezcan o pueden afectar a nuestra fe si solo pensamos por lo que vemos y no por lo que no vemos.
Moisés paso allí 40 largos años, toda una generación para aquellos tiempos, sin embargo Dios tenía un plan maravilloso para Él. Y es que cuando Dios te ha elegido, te ha cuidado, te ha bendecido y te ha provisto siempre lo necesario, es porque Él no se ha olvidado de ti y aunque el tiempo pase debes tener la seguridad que el plan de Dios se llevará a cabo en tu vida.
Moisés nunca pensó que esos 40 años en el desierto pastoreando ovejas lo iban a convertir en el hombre indicado para la misión mas espectacular de la historia: Liderar la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto.
La Biblia dice:
“Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del Señor: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar. Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa. Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.” Hechos 7:30-34 (RVR1960)
Después de cuarenta años en el desierto pastoreando ovejas, a la probable edad de 80 años Dios llama a este hombre, a Moisés, un hombre maduro que dejo de ser impulsivo para convertirse en el hombre más manso sobre la faz de la tierra.
¿Tardo Dios en cumplir su propósito en Moisés?, de ninguna manera, y es que somos nosotros quienes medimos los tiempos en base al reloj, Dios lo hace en base a la preparación que tengamos para determinada misión. Para Moisés su tiempo de preparación fueron 40 años en el desierto, para nosotros, ¿Cuánto tiempo ha de ser?
Hoy quiero motivarte a creer en lo que Dios esta a punto de hacer en tu vida. Quizá en algún momento te has sentido abandonado en el desierto, quizá en ocasiones has pensado que ya no eres útil para Dios, sin embargo es posible que te encuentres en un tiempo de preparación en ese desierto en donde Dios hará de ti el hombre o la mujer que el necesita para determinada tarea.
No veas el desierto como algo malo, al contrario míralo como la escuela de preparación que necesitas para hacerte fuerte, para forjar un mejor carácter y sobre todo para fortalecer tu fe en lo que Dios hará en tu vida.
Nuestro Señor Jesús fue 40 días al desierto antes de comenzar su Ministerio. El desierto ayuda a sacar de nosotros aquello malo para que comprendamos que solo sacando lo mejor de nosotros podemos ser utilices para la misión que Dios tiene preparada para cada uno de nosotros.
Hoy Dios te dice directamente a ti:
“Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.” Oseas 2:14 (RVR 1960)
Dios no se olvida de ti, Él ha de cumplir su plan en tu vida y llegado el momento tu estarás preparado para la misión que Él te ha de encomendar.
¡Adelante! ¡No dudes de los planes de Dios hacia tu vida!
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