¿LA SALVACIÓN SE PIERDE SI O NO?

¿LA SALVACIÓN SE PIERDE SI O NO?






La Salvación No se Pierde ya que Jesús es la Salvación y es el Eterno, El que se pierde es el que se descuida de la salvación




¿Usted cree que un cristiano ya salvo es siempre salvo?





Cuando muere en Cristo YA ES SALVO SIEMPRE SALVO, pero mientras estemos vivos tendremos que PERMANECER EN CRISTO PORQUE SI NO PERMANECEMOS EN EL NOS PERDEREMOS... 

"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. EL QUE EN MÍ NO PERMANECE, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden." Juan 15:5-6...... 



¿Qué problemas se suscitan cuando se enseña el salvo, siempre salvo? 

1. El alma se 'adormece' creyendo, engañosamente, estar segura.
2. La conducta se relaja, pensando que da lo mismo pecar que no pecar.
3. Se pierde el saludable examen individual que debe caracterizar a todo hijo de Dios.
4. Lejos de vivir en un santo temor, crece la confianza en la carne y el orgullo del ego.
5. La conciencia se adormece, de tal manera que pudiera abrir sus ojos en el infierno aquel quien toda su vida creyó estar a salvo.


El término “predestinación” fue mal interpretado y mal aplicado desde los tiempos de San Agustín. “Predestinado”, se le decía, y se le dice a aquel individuo que supuesta e incondicionalmente se salvará según un supuesto decreto de Dios. Y según la teoría de San Agustín, a aquellos que Dios no predestina para ser salvos, los deja, los abandona en su merecida condenación y perdición. ¡Nada más lejos del Amor, de la Justicia, de la Sabiduría de Dios, de la contundente evidencia bíblica y de la experiencia personal! 


Está claramente en la Biblia que cuando es usada la palabra “predestinación”, o “predestinados”, se está refiriendo, no a inconversos para ser predestinados a la salvación, sino que se está refiriendo, y se les está escribiendo a los cristianos en conjunto, a los ya salvados, a los ya redimidos, a los que voluntariamente aceptaron el Eterno Propósito de Dios de salvarnos en Cristo: 


“a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable”, 1 Pedro 1:8. 


“Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon (voluntariamente), ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados”, 1 Pedro 2:7-8. 


Así como aquel que cree en Cristo, desde el momento que voluntariamente recibe a Cristo es hecho hijo de Dios, heredero de Dios y coheredero con Cristo (Romanos 8:17), y por causa y virtud de su vida transformada por el nuevo nacimiento en Cristo, desde ese momento queda destinado o predestinado para recibir mayores bendiciones y recompensas en el Cielo (1 Corintios 2:9), desde luego, si permanece fiel; de la misma manera, el que no cree en Cristo, el que voluntariamente rechaza a Cristo, por causa de su propia desobediencia, hace de Cristo una piedra de tropiezo, y por lo mismo, se está destinando o predestinando a sí mismo para caer en el lugar destinado o predestinado para los desobedientes, incrédulos, rebeldes y pecadores: el lago de fuego que arde con azufre (Apocalipsis 20:15; 21:8)



A la persona que le hacen creer que Dios le predestinó para ser salvo, la tal persona descarga en Dios toda responsabilidad por la salvación; no se ocupa de la salvación como nos advierte Dios en su Palabra; sigue amando al mundo y las cosas del mundo. Y para que la persona esté tranquila y confiada en su supuesta predestinación, se le suministra un sub-producto de la llamada predestinación, diciéndole que “una vez que uno es salvo, es siempre salvo”. ¡Y resulta que el remedio es peor que la enfermedad! 


En las Sagradas Escrituras la salvación del alma es comparada con el resplandor de la gloria de Dios en nuestros corazones; y también se nos dice que “tenemos este tesoro en vasos de barro”, 2 Corintios 4:6, 7. De un valor tan incalculable y eterno es la salvación del alma, que el Señor, dijo: “Porque ¿qué aprovechara al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”, Mateo 16:26. 


Por esta razón el apóstol Pablo, escribe: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”, Filipenses 2:12. 


Y en Hebreos 2:3, leemos: “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”. La respuesta es: ¡No hay escape! 



Todos estos versículos, y los siguientes, nos demuestran que la salvación es un tesoro que Dios ha puesto en vasos de barro (nuestro cuerpo), pero que Dios también puede retirar el tesoro del vaso que se torna en vaso de deshonra y de pecado. 



“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo... Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio” (Hebreos 3:12,14).

“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13). 


“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios (es decir, perdió a Dios, perdió la salvación); el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2 Juan verso 9). 


“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1).


 “Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el señor, amados” (Filipenses 4:1).

“Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;... en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados... si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído... para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere” (Colosenses 1:10, 14, 23; 4:12). 


“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos participantes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6:4-6).

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió... no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios... ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?... ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:23, 25-27, 29, 31). 


“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:28-29).

Amados, cuando Moisés pidió a Dios que perdonara el pecado del pueblo de Israel por haber adorado el becerro de oro, Moisés oró y dijo: “Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme (bórrame) ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro”, Éxodo 32:31-33. 

En el mensaje a la iglesia de Sardis, el Señor le dice: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida”, Apocalipsis 3:5. 

Y concluyendo el texto sagrado de la Biblia el Señor Jesucristo, dice: “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro”, Apocalipsis 22:19. 

Amado lector, Dios tiene un libro, el libro de la vida. En este libro son escritos los nombres de los fieles a Dios, que aman y adoran a Dios; y a la vez no están escritos en este libro los que no adoran a Dios, sino a sus dioses falsos. Apocalipsis 13:8; 17:8. 

Amado lector, Dios escribe los nombres de los salvos, de los fieles, de los santos en el libro de la vida; y Dios también borra del libro de la vida los nombres de los que se descarrían, de los infieles, de los que se vuelven al pecado. 

Amado lector, la teoría de la predestinación no ha pasado de ser eso mismo, una mera teoría. Y el sub-producto de “una vez salvo, siempre salvo”, no ha pasado de ser una falacia, un cruel engaño. 

Amado lector, Dios da y Él quita. Dios da al fiel y al humilde, y quita al infiel y al soberbio. 

Amado lector, la salvación del alma no es incondicional. Conlleva condiciones establecidas por Dios el Dador. Cada bendición que Dios da en Su Amor y en Su Gracia, está condicionada con una responsabilidad que Dios demanda en Su Santidad y en Su Justicia. 

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”, 1 Corintios 15:58.

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