Salmos 31:5 (RVR1960):
"En tu mano encomiendo mi espíritu;Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad".
Esa sensación de impotencia ante noticias nada alentadoras. Una enfermedad detectada, una crisis económica, una separación familiar u otra de esas noticias que nos hacen sentir vulnerables e impotentes ante la situación. Esa clase de noticias que nos hace recordar que simplemente estamos en las manos de Dios, que solo Él puede dar una solución perfecta.
Y es que a veces se nos olvida que dependemos de Dios, vamos por la vida olvidándonos de Dios, vivimos nuestra vida a nuestro antojo y no recordamos que todo lo que somos y tenemos es gracias a Él.
Es duro pasar por esos momentos en donde nos sentimos impotentes ante el problema que se ha presentado. Y es que es allí cuando recordamos que nuestra vida depende de Dios, es allí en donde levantamos nuestra vista al cielo y le decimos a Dios: “Señor, estamos en tus manos”.
Me reconforta de una manera especial recordar que estoy en la manos de Dios, primero porque la situación que me ha causado impotencia me hace recordar de quien dependo y segundo porque sé que de quien dependo es poderoso y que para Él todo es posible si así lo quiere.
Quizá hoy estés enfrentando una situación que se ha escapado de tu control, una situación que te ha hecho sentir impotente, pues aunque quisieras no puede hacer mucho, sin embargo hoy es el día que debes levantar tu vista al cielo y recordar que estás en las manos de Dios.
“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.”
Salmos 121:1-3 (RVR1960)
Hoy es el día de comenzar a confiar plenamente en Dios, hoy es un día en donde debemos depositar completamente nuestra vida en sus manos y creer con toda nuestras fuerzas que Dios hará algo maravilloso en nosotros. Y es que cuando confiamos en Dios, él recompensa nuestra confianza.
“A Jehová clamé estando en angustia, Y él me respondió.”
Salmos 120:1(RVR1960)
No importa lo angustiado que estés, no importa la impotencia que sientas, cuando reconoces que estás en las manos de Dios una paz sobrenatural inunda tu ser y te hace sentir seguro, pues en sus manos estarás siempre seguro, pues Él cuidará de ti.
Has una oración allí en donde te encuentras, cuéntale a Dios cómo te sientes, pero sobre todo dile con toda convicción y seguridad: “¡Señor, estoy en tus manos!” y comienza a confiar que estando en sus manos estarás siempre seguro.
¡Las manos de Dios nos dan seguridad!
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