Lucas 15: 18a:
“Me levantaré e iré a mi padre…”
Dios te ha visto pensativo los últimos días, El ha estado un poco preocupado por ti, porque estás perdiendo poco a poco la comunicación con El, algo está pasando, algo te está robando la atención que Dios merece, ¿Problemas?, ¿Crisis?, ¿Malas decisiones?, ¿Resultados de algo que no debía suceder?
Estas sentado con tu mirada perdida, pensado y pensado como salir de esta, tu corazón palpita más rápido de lo de costumbre, hay una sensación incomoda dentro de ti que no te deja tranquilo, sientes como ninguna silla es lo suficientemente cómoda para ti y es que hay algo que no está del todo bien.
Quisieras salir corriendo, huir, irte a algún lugar donde nadie te conociera, pero también quisieras salir corriendo a los brazos del Señor, pero hay algo que no lo permite, hay muchas cosas que quisieras hacer, pero por alguna extraña razón no haces ninguna.
¿Qué esperas para rendirte?, ¿Cuánto más lo intentaras tu solo?, mientras tanto Dios aguarda pacientemente por ti, El sabe que falta poco para que reconozcas que necesitas de Él, te ve con ojo de amor, como el amor de un Padre que ama a su hijo y que de ninguna forma le gustaría verlo sufrir.
Te haces muchas preguntas, ¿Por qué esto?, ¿Por qué lo otro?, pero nada tiene respuesta o por lo menos no logras percibirla. ¿Qué esperas?
Quisieras que ese sentimiento que te abate desapareciera, quisieras dormir y que al despertar hubiera desaparecido, pero tú sabes que es casi imposible, mientras tanto Dios se prepara para tu encuentro, El sabe que tu límite está por llegar.
Las lagrimas se asoman, quisieras sentirte amado, amada, quisieras que alguien te abrazara y te dijera: “No te preocupes, yo estoy contigo”, de pronto, en medio de ese ambiente Dios no espera mas tu llegada, sino que va a tu encuentro, desciende sobre tu vida con una presencia sobrenatural que cubre todo ese lugar, cubre por completo tu vida.
Lloras como un niño y es que necesitas sentir su abrazo, necesitas sentir que El está contigo, mientras tanto Dios te acaricia, toca tu cabello como el Padre mas amoroso a su hijo o hija amada, mientras te repite: “No temáis, Yo estoy contigo”.
Hay momentos en la vida en donde necesitamos ser abrazados por nuestro Padre Celestial, pero por alguna extraña razón evitamos ese momento, hoy te digo: ¿Qué esperas?, ¿Por qué tardas tanto?, ve delante de tu Padre y déjate abrazar.
Esos momentos de encuentro con Dios son especiales, marcan nuestra vida, nos transforman, nos hacen ver las cosas desde otra perspectiva, ¿Qué esperas?, Ve delante de tu Padre porque estoy seguro que te dirá, mientras te abraza: “No temáis, Yo estoy contigo”.
¿Qué esperas?
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