Todos conocemos, o lo pasamos, o lo estamos sufriendo en este momento en nuestra familia. Todos sabemos que es muy difícil cuando no se tiene al Señor verdaderamente poder perdonar lo imperdonable. Sólo cuando Jesús está en nuestro corazón es Él quien perdona lo que nosotros no podemos.
Hay matrimonios que se desgastan por diversos motivos, pero hay un tema que muy delicado y doloroso para el hombre o la mujer: La traición. Los más perjudicados son como siempre los hijos de la pareja. La aparición repentina de “la otra” o “el otro” es un cataclismo para toda la familia. Sobre todo cuando se trata de una relación que está por traer o ya trajo un hijo al mundo.
Es difícil aceptar al medio hermano y si la madre o el padre dan muestras de su odio o rencor hace que los hijos se pongan de un lado o del otro y se quiebre todo lo que creían tener, su papá y su mamá. Cuando así están las cosas, pídanle a Dios que les de cordura para hablar con la otra parte normalmente delante de los chicos, al menos.
El odio, el rencor, no ayuda en absoluto. Tratemos de no ejercer venganza, por ejemplo, irse de vacaciones para las fiestas con los hijos y que el otro no sepa donde fueron y no pueda saludar o regalar a sus hijos. Ese daño no es sólo para él o la que causó el problema.
“Y PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS, COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES.”
“PORQUE SI PERDONÁIS A LOS HOMBRES SUS OFENSAS, OS PERDONARA TAMBIÉN A VOSOTROS VUESTRO PADRE CELESTIAL. “
MATEO 6:12 Y 14
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