“Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”
Mateo 3:8(RVR1960)
En más de alguna ocasión nos ha pasado que hemos hecho algo que sabemos o consideramos que no ha agradado a Dios y hemos “pedido perdón”, pero realmente no nos hemos sentido arrepentidos.
Y es que llega un momento en donde pedir perdón se hace tan fácil, más cuando va acompañado de un falso arrepentimiento. Pero la pregunta sería: ¿Dios se traga mi arrepentimiento de mentiras?
Considero que todos en algún momento de nuestra vida nos hemos acomodado a algún pecado que de tanto pedir perdón se convierte en una costumbre y ya no en una acción verdadera.
Y es que pedir perdón va más allá de unas simples palabras, pues el verdadero arrepentimiento lleva consigo verdaderas acciones, es decir: Si tú pides perdón de verdad y de corazón, entonces esa acción irá acompañada de frutos que denotan tu arrepentimiento genuino.
Yo puedo pedir perdón, sin arrepentirme y seguir en lo mismo, pero ¿Sera ese el verdadero arrepentimiento que me llevo a pedir perdón?, definitivamente e indiscutiblemente NO. Lo que me llevo a pedir perdón fue un leve cargo de conciencia, pero no un arrepentimiento genuino, porque no me aparte del mal camino.
En cambio cuando el Espíritu Santo me redarguye de pecado y me hace ver el error en que he caído y que necesito restaurar mi vida con el Señor, es allí en donde nace el verdadero arrepentimiento, aquel que me lleva a tomar la decisión determinante de apartarme de aquello que me está siendo un obstáculo para agradar a Dios, es allí en donde el pedir perdón también viene acompañado de acciones, esas acciones que están testificando que mis palabras no fueron en vano, sino que realmente existía un arrepentimiento genuino en mi.
¿Cuántas veces hemos pedido perdón a Dios, sin sentirnos arrepentidos?, ¿Cuántas veces le hemos dicho que nos perdone y no hemos tenido ni la mínima intención de apartarnos del pecado o de aquello que sabemos que no le agrada?, ¿Hasta cuándo seguiremos de esta manera?, ¿Se sentirá agradado Dios de nuestra actitud?, ¿De lo que estamos haciendo?, ó ¿De cómo estamos viviendo la vida cristiana?
Personalmente creo que necesitamos arrepentirnos genuinamente delante de Dios, de todo aquello que sabemos que no es agradable a su ojo, yo se que Dios nos ve con ojos de amor, con el deseo y anhelo de que podamos restaurar nuestra vida, El jamás nos ha dejado ni desechado y estoy seguro que le encantaría la idea de vernos determinados en dejar aquello por lo cual le hemos pedido perdón.
Dios quiere vernos sonriendo, y el pecado que permanece en nosotros del cual muchas veces le hemos pedido perdón sin arrepentirnos genuinamente nos quita la sonrisa, nos hace sentir indigno y poco a poco nos va alejando de lo que realmente Dios quiere para nuestra vida.
No nos permitamos engañar, no le demos lugar al Diablo, no seamos presa fácil de sus artimañas con las cuales su único objetivo es que tengamos una vida constante de derrotas. Mas Dios quiere que comprendamos que el verdadero arrepentimiento trae consigo verdadera acciones y frutos que demuestran que no estamos dispuestos a dejarnos manipular por los deseos engañosos de la carne.
Es difícil tomar la determinación de dejar aquello que para nuestra satisfacción carnal o humana es agradable, pero que sabemos muy bien en nuestro corazón y nuestra mente que para Dios no lo es, por tal razón pesemos en una balanza y hagámonos la siguiente pregunta: ¿Vivo para agradarme a mi ó vivo para agradar a Dios?
Cada uno de nosotros tenemos la llave que abre múltiples bendiciones para nuestra vida, esa llama se llama: Arrepentimiento Genuino y viene acompañado con acciones determinantes y voluntarias que nos llevan a ser más agradables a Dios.
Somos nosotros mismos quienes decidimos vivir una vida de arrepentimiento engañoso y con ello evitar que las bendiciones de Dios se derramen totalmente sobre nuestra vida ó arrepentirnos genuinamente de todo aquello que se ha convertido en un mal habito para nuestra vida y junto con ello comenzar a experimentar todo lo que Dios anhela hacer con nosotros cuando nos presentemos delante de Él limpios y con la determinación de ser fieles a Él.
El mayor deseo de mi corazón es que Dios pueda hacernos comprender la importancia del verdadero arrepentimiento para que los planes de Él se cumplan libremente en nuestras vidas. Hoy es buen día para poner en práctica ese verdadero arrepentimiento, ¿Cómo?, pues comenzando por desechar de una vez por todas todo aquello que evita que tu comunión con el Señor sea más pura.
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