Reflexiona por un momento sobre lo que en este mismo momento es Dios para ti. Es decir: ¿Está en este momento de tu vida Dios siendo lo más importante para ti?
A veces vamos por la vida sin un sentido correcto de existencia, nos levantamos y hacemos cada una de las rutinas diarias sin pensar muchas veces en Dios y en lo que Él significa para nosotros en nuestra vida diaria.
Hoy te despertaste y fue Dios quien te dio vida, seguramente te levantaste de tu cama y fue Dios quien lo permitió, seguramente tienes ropa que ponerte o alimento que comer y es Dios quien te lo ha otorgado. Para muchos hoy quizá me leen desde su trabajo y fue Dios quien te puso allí. Otros tienen el privilegio de leerme desde un teléfono móvil, una Tablet o un dispositivo inteligente de última generación y fue Dios quien te proveyó de ese privilegio.
Quizá muchos hoy están muy bien económicamente o laboralmente y no fue tu sola capacidad que te llevo hasta allí, sino Dios quien te dio esa inteligencia y capacidad para llegar hasta donde has llegado.
¿Se dan cuenta que a veces hay cosas que pasan desapercibidas por nuestra vida sin darnos cuenta que Dios es el artífice de todo?, así mismo en ocasiones podemos estar viviendo con Dios de nuestro lado, pero olvidándonos que está allí.
¿Cuándo deja de ser Dios lo más importante en mi vida?, cuando poco a poco olvido cada detalle que Él ha tenido para conmigo, cuando comienzo a vivir mi vida más pendiente de los afanes que de disfrutar lo que Dios ya me dio, cuando comienzo a quejarme por todo sin darme cuenta que Dios ha sido extremadamente bueno conmigo, cuando comienzo a reclamar a Dios algo que Él no tiene obligación de darme, cuando dejo que los problemas de la vida me hagan pensar que me ira mal, olvidándome de esta manera que quien me cuida es Dios.
Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre cada detalle que Dios ha tenido para tu vida y por ende a comenzar nuevamente a volver nuestra mirada a Dios y hacerlo lo más importante en nosotros.
¿Cómo puedo hacer de Dios lo más importante en mi vida?, primero manteniendo una comunión real y diaria con Él a través de la oración, la lectura de la Palabra y manteniendo en mi mente siempre el objetivo de agradarlo en todo lo que haga durante mi jornada diaria. Segundo, agradeciendo en lugar de quejarme. Agradecer a Dios es un acto de sometimiento y obediencia, porque tienes contentamiento con lo que Dios está haciendo en tu vida. El error que muchos cometemos es reclamarle a Dios algo que quizá Él no ha tenido a bien darnos por el momento. Cuando Dios observa que podemos vivir con lo que Él nos da, entonces evaluará si es momento de subirnos al segundo nivel y darnos más y si Él observa que es el momento es porque sabe que tendremos la suficiente capacidad para administrar eso de más que Él nos dará. En pocas palabras si en lo poco eres fiel, también lo serás en lo mucho o como dice la Biblia: “Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” Mateo 25:21 (RVR1960).
Cuando hago de Dios lo más importante en mi vida es cuando aprendo a vivir confiadamente y a no afanarme por lo que viene mañana, sino a confiar plenamente en que soy de Dios y que Él me cuida.
Hoy quiero motivarte a hacer de Dios lo más importante de tu vida, comienza a cultivar en ti una vida devocional en donde cada día puedas dedicar unos minutos a Dios y en donde durante todo tu día puedas recordarte que vives para agradarlo a Él.
Cuando hacemos de Dios lo más importante es cuando le logramos sacar una sonrisa a Dios, esa sonrisa que transmite lo feliz que Él se siente de que seamos conscientes de su presencia en nuestra vida.
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