CINCO ENSEÑANZAS ESENCIALES UTILIZADAS PARA PRESENTAR EL PLAN DE SALVACIÓN A LOS NIÑOS

CINCO ENSEÑANZAS ESENCIALES UTILIZADAS PARA PRESENTAR EL PLAN DE SALVACIÓN A LOS NIÑOS





Muchos tenemos el deseo de evangelizar a los niños, para eso es esencial conocer el precioso mensaje del evangelio para así predicarlo. La evangelización involucra la enseñanza de cinco aspectos de la verdad bíblica en la mayor medida posible. Venga y descubra con nosotros estos importantes aspectos.

 ¡Evangelicemos a los niños!

La evangelización es la proclamación de buenas nuevas a pecadores perdidos: que Jesucristo murió por sus pecados, que resucitó, y que puede y desea salvar a aquellos que desean dejar su pecado (arrepentirse) y confiar en él como su Señor y Salvador (Marcos 16:15; Lucas 24:46–48; 1 Corintios 15:1–4).

Este mensaje del evangelio se delinea claramente en la Biblia, la Palabra de Dios. La Biblia también deja en claro que hay tan sólo un evangelio (Gálatas 1:8,9) y que este evangelio debe ser predicado a todos (Marcos 16:15), sean adultos, jóvenes o niños.

Por supuesto que es esencial conocer este mensaje del evangelio si hemos de predicarlo. La evangelización involucra la enseñanza de cinco aspectos de la verdad bíblica en la mayor medida posible:

Enseñar acerca de Dios: la fuente de la salvación

Debemos enseñar acerca de su carácter (quién es y cómo es él) y su obra (lo que él ha hecho). Para comprender el pecado y la necesidad de salvación debemos empezar con una clara comprensión de quién es Dios.

Debemos resaltar:

Dios es el Creador (Hechos 17:23–29).

Por lo tanto el hombre tiene una responsabilidad para con él.

Dios ha hablado al hombre por medio de la Biblia (1 Corintios 15:3,4).

Por lo tanto el hombre debe escuchar la Palabra de Dios.

Dios es santo y justo (Hechos 17:31).

Por lo tanto debe juzgar el pecado.

Dios es bueno y bondadoso, amante y misericordioso (Juan 3:16).

Por lo tanto él ha provisto la respuesta a la necesidad del hombre.

La santidad de Dios hace que la salvación sea necesaria; el amor de Dios hace que la salvación sea posible. Debemos siempre enseñar estas verdades bíblicas de manera equilibrada.

Enseñar acerca del pecado: la necesidad que tiene el hombre de la salvación

Debemos enseñar acerca de la naturaleza pecaminosa del corazón humano.

Debemos explicar lo que es el pecado, y que todos somos pecadores ante un Dios santo.

Debemos enseñar las consecuencias del pecado.

Debemos resaltar:

El pecado se comete contra Dios (Salmo 51:4). Es una transgresión de su Ley(1 Juan 3:4).

Todos somos pecadores por naturaleza (Efesios 2:3) y por nuestros hechos (Romanos 3:23).

El pecado merece el castigo y la eterna separación de Dios (Romanos 1:18).

Convencer al individuo de su pecado es obra del Espíritu Santo. Debemos orar que él haga esta obra en los corazones y las vidas de los niños a los que enseñamos.

Enseñar acerca de Jesucristo: el camino de la salvación

Debemos enseñar acerca del Señor Jesucristo; es él quien salva.

Debemos enseñar acerca de su persona (quién es él), y su obra (lo que él hizo).

Debemos resaltar:

Él es Dios el Hijo, el único Salvador (Hechos 9:20).

Su muerte: su significado e importancia, y su eficacia para expiar el pecado (Hechos 2:23,33,38).

Su resurrección: Él es un Salvador viviente (Hechos 2:24–32).

Su exaltación: Él es Señor de todo (Hechos 2:33–36).

Debemos confiar personalmente en Cristo para salvación.

Las enseñanzas acerca de su persona y obra salvadora deben estar estrechamente vinculadas al presentar el evangelio.

Enseñar acerca del arrepentimiento y la fe: la apropiación de la salvación

La invitación de venir a Cristo es una parte esencial del evangelio (Juan 6:37; Apocalipsis 22:17). Debemos orar que de inmediato se produzca fe y confianza en Cristo.

Debemos resaltar:

La invitación que hace Cristo de venir a él (Mateo 11:28).

La necesidad de tener un deseo de dejar atrás el pecado y volverse hacia Dios (Hechos 2:38; Hechos 26:20).

La necesidad de confiar en el Señor Jesucristo y empezar una vida de obediencia (Hechos 16:31; Romanos 10:9,13).

La verdadera fe siempre incluye el arrepentimiento, y ambos involucran una respuesta a la invitación de Cristo con tres componentes: la mente, el corazón y la voluntad (Romanos 6:17).

Enseñar acerca de los resultados de la salvación

Los niños deben saber lo que sucederá en el momento que confíen en Jesucristo como su Salvador:

Todos sus pecados serán perdonados. Serán justificados (Hechos 13:38,39).

Recibirán vida eterna (Juan 3:16).

Recibirán el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38).

Serán regenerados y recibirán una nueva naturaleza (Juan 3:3–8), y Dios esperará ver un verdadero cambio en sus vidas (Hechos 26:20).

Además es imprescindible comprender y practicar los métodos de evangelización que podemos observar en el ministerio de los evangelistas en el Nuevo Testamento.

Su ministerio involucró:

Proclamación de las grandes verdades del evangelio, sobre todo la verdad central de «Cristo crucificado» (1 Corintios 1:23). Pero las buenas nuevas de la cruz tan sólo se pueden comprender a la luz de las malas nuevas en cuanto a nuestro pecado, y nuestro pecado sólo se comprende a la luz del carácter de Dios. Así que también incluyeron estas verdades.

Explicación de las grandes verdades del evangelio. Los niños de hoy carecen de un trasfondo bíblico, así que declaraciones del evangelio son inadecuadas si no se explican y enseñan correctamente (Mateo 28:19, 20). Nuestros niños necesitan enseñanza del evangelio; no sólo enseñanza, no sólo evangelización sino una combinación de los dos.

Invitación a reaccionar a estas grandes verdades del evangelio. El evangelio exige una reacción, una reacción del corazón; y los apóstoles siempre desafiaban a sus oyentes inconversos a reaccionar ante lo que habían oído (Hechos 2:38; Hechos 13:39; Hechos 16:31). Esta no es una reacción física sino una respuesta del corazón a Dios el Espíritu Santo según él nos convence y nos señala a Jesucristo.

Aclaración de lo que sucede cuando un pecador confía en Cristo y lo que significa el convertirse y vivir como cristiano (Hechos 3:26; Hechos 14:15; 2 Corintios 5:17; 1 Tesalonicenses 1:9).


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