BUSQUEMOS A DIOS

BUSQUEMOS A DIOS





Uno de esos momentos en donde te sientes como en un desierto, en donde pareciera que estas cada vez más lejos, en donde tus oídos apenas alcanzar a escuchar lo mucho que Dios te habla y es que algo ha cambiado, algo hay diferente, tú has cambiado.

Y es que tenemos que entender que Dios nunca cambia, que el mismo Dios que sentías hace años es el mismo Dios que ahora está cerca de ti con la misma intención de abrazarte y hablarte al oído.

A veces vamos por la vida creyendo que Dios cambió, que ya no nos ama igual, que ya no somos de su agrado como lo éramos antes. Y es que sacamos esas conclusiones al notar que nuestra vida espiritual ya no es la misma, cuando notamos que somos fríos espirituales, cuando notamos que ya no le sentimos gusto a las cosas espirituales como antes lo sentíamos y no porque Dios haya cambiado, sino más bien porque NOSOTROS HEMOS CAMBIADO.

¿Qué paso?, te diré lo que paso aunque sé muy bien que lo sabes:

1.-Dejaste poco a poco la comunión que antes tenias con Dios. Ya no lees la Biblia, ya no oras y si lo haces ya no con la misma devoción de antes.

2.-Dejaste de tener tus ojos puestos solo en Dios y comenzaste a fijarte en los errores de los demás para ponerlos como excusa de tu frialdad.

3.-Le comenzaste a dedicar el tiempo que le dedicabas a Dios a otras cosas que lejos de edificarte se fueron apoderando de tu atención.
Dejaste de tener aquella humildad que te hacia reconocer tus errores y en su lugar te convertiste en juez de los demás.

4.-Poco a poco dejaste tu amor por Dios. Y es que aunque digas que amas a Dios con todas tus fuerzas tus acciones dicen lo contrario.

¿Qué puedo hacer?, te diré lo que tienes que hacer aunque estoy seguro que lo sabes:

1.-Dedica tiempo a la lectura de la Biblia y a orar con dedicación a Dios.

2.-Pon tu vista solo en Dios y deja de excusar tu frialdad en los errores de los demás.

3.-Dedícale el tiempo que Dios se merece que le dediques y que tu atención este puesta principalmente en Dios.

4.-Se humilde para reconocer que te has alejado de Dios y que no eres el mismo. Deja de juzgar a los demás y comienza por juzgarte a ti mismo que buena falta te hace por si no te has dado cuenta.

5.-Vuelve a amar a Dios más de lo que un día lo amaste, pero no en simples palabras, sino con hechos, que tus acciones hable de lo mucho que amas a Dios.

6.-Vivimos en un tiempo en donde cada día se nos presentaran muchos obstáculos que nos querrán desviar de nuestra relación personal con Dios, pero depende de cada uno de nosotros si permitimos que eso pase o vencemos esos obstáculos y nos acercamos más a Dios.

La única forma para salir de los desiertos de la vida es a través de la humildad y la búsqueda continua de Dios, pero no una búsqueda que se haga monótona y rutinaria, sino más bien una búsqueda que nazca de un corazón necesitado y deseoso de encontrarse con su creador cada día.

Busquemos a Dios, pero hagámoslo con humildad y con un deseo que arda en nuestro ser por encontrarnos con él y disfrutar de su presencia en nuestra vida, esa presencia que echa fuera todo temor o sentimiento de soledad, esa presencia que nos renueva y nos da nuevas fuerzas para seguir en la lucha que a diario enfrentamos, esa presencia sin la cual no somos nada pero con la cual somos más que vencedores.

Salmos 63:1-8 (RVR1960)

 Dios, Dios mío eres tú;
    De madrugada te buscaré;
    Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
    En tierra seca y árida donde no hay aguas,
Para ver tu poder y tu gloria,
Así como te he mirado en el santuario.
Porque mejor es tu misericordia que la vida;
Mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida;
En tu nombre alzaré mis manos.
Como de meollo y de grosura será saciada mi alma,
Y con labios de júbilo te alabará mi boca,
Cuando me acuerde de ti en mi lecho,
Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
Porque has sido mi socorro,
Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
Está mi alma apegada a ti;
Tu diestra me ha sostenido.

¡Busquemos a Dios!, ¡Es hora de buscarlo!

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