¿Estás dispuesto?

¿Estás dispuesto?

Génesis12:7 es un relato curioso de cómo Israel está bajo el liderazgo de Josué, tras la cautividad de 400 años en Egipto y 40 años en el desierto. Cuando Dios le dio el liderazgo de Moisés a Josué, le otorgó una promesa fascinante:

“Te prometo a ti lo mismo que le prometí a Moisés: “Dondequiera que pongan los pies los israelitas, estarán pisando la tierra que les he dado”. (Josué 1:3 NTV)

La generación anterior a Josué se dejó envolver de mucho pesimismo, pero Josué, con la misma autoridad que había recibido Moisés, decidió proceder confiando en Dios, en vez de dejarse llevar por el temor. Josué y Caleb, los dos únicos espías que vieron lo que Dios estaba esperando que vean (por sobre lo circunstancial que pudiese estar delante de ellos), vencieron uno a uno a los treinta y un reyes de la tierra de Canaán, pero fue de uno a uno. A veces, queremos que Dios haga lo suyo ya mismo y hacemos denotar con todo el borde en el que estamos.

No es una lucha con Dios en sí, sino con nosotros mismos, de si confiamos en Dios o no: ¡porque Él ya dijo que donde vayamos eso es nuestro! Muchas veces preferimos conformarnos al quedarnos en el mismo lugar, y no nos atrevemos a entrar a territorios desconocidos por mucho que sabemos que el enemigo ya fue derrotado y que ahí hay una victoria para nosotros.

Ahora, si en vez de demorar 40 años deambulando por el desierto hubieran decidido enfrentar los retos de un andar de fe en el que Dios se comprometía a ir totalmente a su lado, hubieran podido extenderle a su siguiente generación algo distinto a tener que pelear las batallas que no se atrevieron a librar. Recuerda: las batallas que tú y yo no queremos pelear, nuestros hijos las tendrán que pelear. Salir a dar pasos de fe es cansado, incómodo y requiere fe.

¿Estás dispuesto? Quizás no va a ser como tú te proyectas, pero el plan siempre va a ser mayor y mejor que lo que lograste proyectar en tus sueños más locos.

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