Una anécdota cuenta que un reconocido educador era muy respetado por sus éxitos pero también por su sencillez y su humildad.
En cierta ocasión debía dar una conferencia con otros notables de su época ,pero no tan conocidos como él...y cuando subió a la tarima ,el público lo reconoció y comenzó a aplaudirlo.
Sorprendido,asumió que el aplauso era para el hombre detrás de él, así que le pidió que se adelantara y comenzó a aplaudirlo él también,plenamente convencido que el reconocimiento no era suyo.
Este hombre no tenía ningún problema en compartir la honra con los demás.
Su humildad le hacía darse cuenta que en cierto punto todos le debemos lo que somos y lo que tenemos a alguien más...porque el corazón humilde honra a otros.
Hoy en día estamos rodeados de egos demasiado grandes,incluso entre los cristianos. Ninguno quiere ceder la parte de la gloria que le corresponde...olvidando que si algo hay de bueno en nosotros ,no proviene de nuestra naturaleza baja y pecaminosa sino de Dios que es generoso con su creación y conforme a Su Voluntad,regala dones y talentos a cada uno.
En la carta a los Filipenses,Pablo advierte : " consideren a los demas como superiores a ustedes mismos" (Fil.2:3) NVI. De eso se trata amar y considerar a los demás : darles un lugar. Pero no cualquier lugar,sino un lugar de preferencia por sobre nosotros mismos,sabiendo que a su tiempo si sabemos esperar,nuestro galardón y reconocimiento no vendrá de hombre alguno sino de Aquel para quien trabajamos y vivimos :Cristo Jesús.
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