Todos conocemos la historia de Job, varón de Dios que resistió todas las calamidades posibles. Que Satanás le pidió a Dios que lo dejara pasar por tan grandes tribulaciones y que quería demostrarle que renegaría de El si así ocurría.
Hay dos corrientes con respecto a Job, una de ellas es que si bien fue estoico en su terrible sarna que lo atormentaba desde la cabeza hasta la planta de los pies y la muerte de sus hijos, más la pérdida de sus bienes, y hasta el repudio de su esposa que le decía que maldijera a Dios. La otra es que en un principio acosado por tanto sufrimiento físico y espiritual dice: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía.” (Job 3:25).
Ambas cosas son ciertas, si leemos cada línea de los terribles acontecimientos de la vida de este santo varón de Dios, comprendemos que era perfecto ante los ojos del Altísimo, y que Satanás no pudo hacer que él renegara de su Redentor. Hasta los amigos más íntimos no lo comprendieron y su pusieron en su contra. ¿Habrá alguien que sabe de lo que estoy hablando?
Es muy difícil comprender en medio de la gran prueba, cuando uno piensa, para que estoy viviendo, estaría mejor contigo, Señor. Hay muchos otros siervos que pueden hacer lo que yo hago mucho mejor. Pero las obras que cada uno debe hacer fueron puestas de antemano para que anduviésemos en ellas. El Señor tiene un propósito definido para nuestra vida, para nuestro servicio. Para nuestro amado Padre, somos un diamante en bruto que EL debe tallar de la forma que quiere y para que el brillo inefable de su luz resplandezca en nosotros y así alumbremos, y esa luz sea en beneficio de los que nos escuchen. Imagina el aparato que corta y moldea ese diamante, imagina que ese diamante sea tu carne y tu alma. De hecho sentirás un dolor fuerte y penetrante, pero el resultado es la bendición de que tu nueva forma y brillo sea acepto a Sus ojos y útil para ti y los demás.
La persona del Salvador aparece en el libro de Job como un haz de luz en la oscuridad. La vida de Job había sido muy oscura en un principio “¿Si el hombre muriere, volverá a vivir?” (4:14), pero desde el abismo de su aflicción ve de pronto una gloriosa visión y dice en 19:23 “¡Quien diese que mis palabras fueran escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro, 24. que con cincel de hierro y con plomo, Fueran esculpidas en piedra para siempre!”
Su oración fue contestada porque miles de años después estamos viviendo sus palabras. La suya fue la visión profética de la resurrección de Jesucristo, cuando en su terrible estado de dolor y desesperación exclama “YO SE QUE MI REDENTOR VIVE, Y AL FIN SE LEVANTARA SOBRE EL POLVO; Y DESPUES DE DESHECHA ESTA MI PIEL, EN MI CARNE HE DE VER A DIOS. AL CUAL VERE POR MI MISMO. Y MIS OJOS LO VERAN, Y NO OTRO, AUNQUE MI CORAZON DESFALLECE DENTRO DE MI. (19:25-27).
¿Habrá algo más sublime que esa fe que adquiere en el peor momento de su vida, dando la profecía de lo que veremos si perseveramos en esta salvación tan grande? Aquel que había maldecido el día que nació, aquel que había sido vituperado por sus amigos, excepto uno de ellos que lo comprende, aquel que deseaba morir por la miserable vida que llevaba. Él, deseaba hacerle algunas preguntas a Dios, pero es el Altísimo quien le pregunta en cap. 38:4 “ ¿Dónde estabas tú?”. Y de esta manera se produce un diálogo incomparable entre el Señor y Job donde aprende los secretos grandes y profundos de la Obra de Dios.
Así responde Job después de escuchar toda la grandeza del Eterno. “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven, por tanto me aborrezco y me arrepiento en polvo y ceniza.” (42:5-6)
A ti te digo, que estás sumido en una prueba muy grande, que muchas veces les has dicho al Señor, “Padre, amado, no quiero más.” Escucha, yo sé que tu Redentor vive. YO SE QUE MI REDENTOR VIVE Y AL FIN SE LEVANTARA SOBRE EL POLVO. Pero sé que antes de ese fin profético se levantará para ayudarte a salir del abismo, del dolor de la desesperanza, de todo problema que quiera que decaigas que te alejes del entrañable amor de nuestro Señor Jesucristo. ¡YO SE QUE MI REDENTOR VIVE! EL es el tuyo y el mío. EL es el que te levanta, EL es el que te saca del pozo de la tristeza, EL es el que te vuelve a dar fe, esperanza, que sientas el amor que nunca dejó de ser. El quiere que se abra un nuevo horizonte en tu vida. Proclamemos a viva voz. ¡YO SE QUE MI REDENTOR VIVE! AMEN Y AMEN.
escrito por :Liliana Spetrilli
Amen!!...
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