Es difícil pensar que nuestra vida puede cambiar de un instante a otro, cuando quizá nos encontrábamos en uno de los episodios más bonitos de nuestra vida, en donde todo era una absoluta paz, pero que de repente todo cambia cuando lo imprevisto toca a nuestra puerta.
Eso imprevisto puede ser una dura enfermedad detectada a un ser querido o a ti mismo, la pérdida del empleo cuando más lo necesitabas, el fallecimiento de alguien a quien amabas y al cual esperabas disfrutar mucho más tiempo u otro suceso que te roba la paz que hasta entonces disfrutabas.
Y es que cualquier de los sucesos imprevistos que mencione puede llevarte rápidamente de un estado anímico bueno a uno no tan bueno, y es que no vamos a negar que cuando la mala noticia llega por alguna razón nuestros ánimos se vienen abajo, no conozco a nadie que en el instante de enterarse de una mala noticia sonría, pero si conozco muchos que de la sonrisa puede pasar al llanto en un solo segundo.
Hay sucesos en los que puede surgir la típica pregunta producida por la falta de respuestas buenas: “¿Dónde está Dios en medio de esto?”, y es que cuando lo imprevisto toca nuestra puerta lo primero que pensamos es: “¿Qué le paso a Dios que dejo que eso viniera a nuestra vida?”. Y no es que Dios no quiera ayudarnos, o que haya desaparecido, ni tampoco que no esté interesado en lo que nos está sucediendo, sino que hay sucesos que tenemos que vivir, que enfrentar, que experimentar, aun cuando no haya nada que disfrutar, y es que si no probamos esos momentos no podemos valorar los buenos tiempo y no necesariamente para valorar los buenos tiempo tienen que ocurrir esos sucesos a veces hasta desagradables, sino que en la clausula de vida estaba escrito que cualquier de nosotros podría sufrir(independientemente de que creamos o no en Dios) sucesos difíciles en el caminar de la vida, todo es parte de la vida que al ser humano le toca vivir.
A veces parecemos interesados espirituales, decimos creer en Dios y por lo tanto exigimos que nada malo nos pase solo por el hecho de creer en Él y cuando lo malo nos pasa nos excusamos al alejarnos de Dios en que él no hizo nada cuando “lo necesitábamos”. Y es que pareciera que nuestra fe está muchas veces ligada a lo bueno o malo que nos puede pasar, mientras lo bueno nos ocurra seguiremos creyendo en Dios, pero cuando cosas malas nos ocurran dejaremos de creer en él. ¡Esa fe no sirve!, es más, eso no es fe, porque la verdadera fe cree aun cuando no ve lo que quisiera ver.
Entonces la pregunta de este día es:
¿Cómo reaccionar cuando lo imprevisto toca nuestra puerta?
En tres sencillos pasos respaldados en la Palabra de Dios:
1. Tómalo con calma.
1 Pedro 5:7 (RVR1960):"echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros".
2. Confía en el Señor.
Salmos 55:22(RVR1960):"Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;No dejará para siempre caído al justo".
3. Espera con paciencia.
Salmos 27:14(RVR1960):"Aguarda a Jehová;Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;Sí, espera a Jehová".
No permitas que lo imprevisto destruya tu fe, al contrario, que lo imprevisto sea el medio por el que tu fe crezca y se fortalezca. No busque a quien echar la culpa de lo malo que te sucede, al contrario busca en medio de lo malo a Dios y encontraras el consuelo que necesitas.
¡Dios siempre está pendiente de ti!
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