Salmos 138:6 (RVR1960):"Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde,Mas al altivo mira de lejos".
Don Roberto, un hombre muy rico, tenía de todo en
abundancia. Podía comprar lo que se le antojara. Una tarde tomo en sus brazos a
Margarita, su pequeña hija de 10 años de edad, y después de juguetear con ella
por un momento le pregunto:
¿Has pensado en lo afortunada que eres por ser hija del
hombre más rico de esta ciudad? – Si, papa, todos te envidian. Como quisieran
tener ellos tu felicidad! Todo le iba bien a Don Roberto. Pero la vida tiene
sus giros imprevistos, y a los pocos meses Margarita murió en un horrible
accidente. Esto era más de lo que Roberto podía sobrellevar, así que se dio a
la bebida, al juego y a la vida licenciosa. Con el tiempo perdió todos sus
bienes.
Quebrantado su espíritu, dejo la ciudad donde había sido
tan popular, y se fue peregrinando en busca de paz y consuelo.
Al pasar por una población, vio que un hombre revolvía el
trigo con una gran pala.
¿Por qué no deja en paz esos granos?-le pregunto.
Para que no se pudran- fue la respuesta.
Pasando luego por un campo, vio a otro que araba la tierra
con una reja muy aguda.
¿Por qué cortas tan profundo la tierra?- inquirió.
Para que sea más blanda, y así se empape bien de lluvia y sol- respondió el
campesino.
Mientras pasaba por un viñedo, observo que un obrero
cortaba, con tijeras, los sarmientos de las matas.
-Amigo-pregunto Roberto-, ¿Por qué atormentas esos
sarmientos?
Para que den una cosecha buena y abundante- contesto el
obrero.
Don Roberto se quedó muy pensativo. Camino hacia la soledad
de un bosque cercano, y cayo de rodillas, alzo reverentemente los ojos al cielo
y exclamo: Señor mío!, “yo soy el trigo
que has revuelto para que no se pudra. Y soy la tierra que has cortado para que
me vuelva blando. Y soy el sarmiento que has podado para que de buen fruto.
Ayúdame a someterme a tu mano fuerte para llegar a ser el siervo útil que tú
quieres que esa”.
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