Cuando el gran pianista polonés, Ignace Padererwski,
escogió estudiar piano, su maestro de música dijo que sus manos eran muy
pequeñas para dominar el teclado. Cuando el tenor italiano, Enrico Caruso,
busco las primeras orientaciones, el maestro le dijo que su voz sonaba como el
viento chiflando por la ventana.
Cuando el grande estadista de la Inglaterra victoriana,
Benjamín Disraeli, intento hablar en el Parlamento por la primera vez, miembros
lo abuchearon y se rieron cuando él dijo: “Yo me siento ahora, pero llegara el
tiempo cuando ustedes oirán hablar de mi”.
Albert Einstein no consiguió pasar
en los exámenes de entrada de la universidad en su primera tentativa. Thomas
Edison gasto dos millones de dólares en una invención que probo ser de poco
valor. Muy pocos consiguen éxito en su primera vez.
Fracasos, fracasos repetidos, son impresiones digitales en
la carretera que lleva al éxito. La vida de Abraham Lincoln pudo demostrar que
la única vez que usted no fallo es la última vez que usted intenta algo y
funciona. El camino para la victoria pude
estar colmado de “Fracasos”.
Muchas veces pasmos los días murmurando por la falta de
suerte o por nuestra aparente incompetencia para las grandes conquistas.
Intentamos e intentamos y parece que nada da cierto. La frustración nos asuela,
los chascos se acumulan, parece que todo
el mundo se ríe de nuestros fracasos.
Pero hay alguien que está a nuestro lado y nos
incentiva a proseguir. Alguien que nos ama y jamás dejara de confiar en
nosotros. Alguien que sabe que cada tropezón
y cada fallo significan un aprendizaje a más en la busca por la
victoria.
Alguien que ve en todos los momentos malos los primeros
pasos para la conquista de nuestra felicidad. Ese alguien es el Señor Jesús y
El todo hará para que usted alcance sus propósitos.
Romanos 8:37(RVR1960):"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
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